FRANCISCO FONSECA N.
Llegó 2024 con paso fuerte, con marcado sabor a duda, a confusión, a desánimo, a discordia. Se están cimbrando las estructuras políticas, económicas y sociales de este México y se producirán fuertes sacudimientos en toda la ciudadanía. Enero ha sido, y según se ve, será de truenos y relámpagos.
Enero con la huella intocable de una guerra iniciada hace siete años y que no tiene fin ni metas. Enero será de penuria y de tristeza. De los viejos dichos mexicanos de la sabiduría popular entresaco el que dice: “Mal empieza la semana para el que ahorcan el lunes”. Y solo soy realista, no tremendista. Escucho y leo a mis colegas editorialistas, columnistas de notas políticas, articulistas; somos realistas, jamás pretenderíamos vulnerar las estructuras que sostienen este país, pero sí debemos denunciarlo.
Enero de truenos y relámpagos. Es inicio de año. Es inicio de planes, de ambiciones y de augurios. También de pobreza para la gran mayoría. La historia se repite, sin cesar. Es lo mismo cada enero. Mes de dos caras, de cabañuelas y de realidades.
Enero es el mes de Jano, personificación mitológica romana con dos rostros y que tenía la virtud de ver el pasado y vislumbrar el futuro. Jano era hijo de Urano o del Cielo y de Hécate o de lo Oscuro. Cuando creció equipó una flota con la cual se dirigió a Italia, donde hizo varias conquistas y edificó una ciudad que llamó de su nombre Janícula. Suponen algunos que, durante su reinado, Saturno expulsado del cielo se refugió en sus dominios. Fue tal la bienvenida que Jano dio a Saturno que agradecido éste, le dotó con el doble conocimiento de lo pasado y lo futuro.
Por esto se le representa con dos rostros, el anterior para indicar que conoce todo lo que ha de venir, y el posterior, para todo lo que ha sucedido. Se le pinta, además, teniendo una llave en una mano y un bastón en la otra, significando lo primero que abre la puerta del año, y lo segundo que presidía en los caminos.
Comenzaban los antiguos romanos sus ceremonias religiosas invocando a Jano porque estaban en la creencia que abría todas las puertas y que no se podía llegar sin él hasta donde están los demás dioses. Tenía un templo en Roma que estaba cerrado en tiempo de paz y abierto en tiempo de guerra. Las puertas de este templo estaban cerradas con cien cerrojos y con barras de hierro, a fin de que fuese más difícil abrirlas, significando con esto que la guerra, que es el más cruel azote para la humanidad, jamás debía emprenderse ligeramente. Ejemplo debió tomarse hace siete años.
Este primer mes del 2024 será memorable en México. Nuestro país sufre una atroz sacudida económica provocada por los aumentos que vendrán por reforma hacendaria y por las alzas de los energéticos. Habrá abusos de comerciantes sin escrúpulos. Siempre los ha habido, pero hoy más. Los costos de los servicios también se dispararán. El ciudadano apoquina con su dinero y con su esfuerzo.
El sistema político mexicano también experimentará su sacudida. No faltaba más. Es el ejercicio de la política. A plenitud. Se harán todo tipo de comentarios en pasillos, oficinas y restaurantes que se convertirán en lugares especulativos, para perder el tiempo. Los partidos políticos también anuncian sus reuniones estatales y nacionales para elegir dirigentes y atraer creyentes. La iglesia por su lado dice llevar su cruz a cuestas, denuncia su pobreza y se queja de que los fieles ya no requieren de sus servicios.
Y solo estamos empezando el año.
Fundador de Notimex
Premio Nacional de Periodismo