El idilio entre Adam Thielen y los Minnesota Vikings ha llegado a su fin. El receptor que pasó de ser un agente libre no reclutado a un ícono de los Vikings y símbolo de perseverancia, ha sido liberado por el equipo a su propia petición, en busca de un último destello de gloria en lo que será su temporada de despedida de la NFL.
En un movimiento que refleja tanto la cruda realidad del negocio como el orgullo de un competidor, Thielen solicitó a los Nórdicos que lo dejara ir. La organización, en reconocimiento a la enorme contribución del jugador a su historia, accedió con un profundo respeto.
“Tras las conversaciones mantenidas durante el fin de semana y por respeto a Adam, hemos acordado darle la oportunidad de buscar más minutos de juego en otro equipo”, dijo el equipo en un comunicado oficial que mezcla gratitud y pragmatismo. “Adam es uno de los mejores Vikings de todos los tiempos, y le deseamos a él y a su familia mucho éxito”.
El deseo de Thielen, expresado en sus redes sociales, ha sido contundente, pues quiere unirse a un equipo contendiente a la postemporada para las últimas semanas de sus 12 años de carrera. Es el anhelo de un guerrero que, a los 34 años de edad, siente que aún tiene batallas que librar en el campo, algo que el panorama en Minnesota —con un récord de 4-8 y una ofensiva en reconstrucción alrededor del novato JJ McCarthy— no le podía ofrecer.
Su regreso a casa en agosto, tras un traspaso desde Carolina Panthers, derramaba nostalgia. Era la vuelta del héroe local, del chico de Minnesota que hizo realidad el sueño. Sin embargo, la poesía chocó con la dura prosa del deporte profesional. Su participación se redujo hasta casi desaparecer, sin superar las 14 jugadas ofensivas desde la Semana 3, inactivo en la última derrota, y con solo ocho recepciones para 69 yardas en todo 2025.
Ahora, el viaje continúa. Equipos como Pittsburgh Steelers, New York Giants, Las Vegas Raiders o incluso un retorno a Carolina Panthers emergen como posibles destinos para un jugador cuya estadística actual no refleja su experiencia, su calidad en rutas ni su legendaria capacidad para atrapar balones decisivos. Es el final de un capítulo, pero no de su historia.
