Limpiar lo que sea e investigar a quien sea

EE.UU. aumenta la presión sobre México bajo el liderazgo de Trump, con medidas que vulneran la soberanía nacional. El texto cuestiona la débil respuesta del gobierno mexicano y plantea si ceder ante estas acciones realmente protege al país o encubre a una clase política corrupta.



¿Se han preguntado qué pretensiones tienen los Estados Unidos hacía México?
Para entender la presión inédita hacia nuestro país, tenemos que hacer un par de análisis de la situación, puesto que, hasta ahora, nuestra respuesta ha sido una defensa retórica y de acciones, sin que tengamos una sola actitud positiva por parte del vecino país, acaso retrasar las amenazas extorsivas en el tiempo.

Los dos análisis que sugiero parten, primero, de estudiar profundamente la personalidad del presidente Trump; tenemos antecedentes de ser un sujeto violento, narcisista y tomador de decisiones, sin entender causas y sin medir los efectos que a su propio país pueden generar.

Sin embargo, este perfil del personaje no es suficiente, debemos ahondar en el estudio de su temperamento y carácter para indagar su tipo de personalidad y conocer un poco de sus alcances; prácticamente comprender: ¿cumple sus amenazas? ¿Qué tan lejos pueden llegar sus pretensiones de poder? Estimo que con este estudio, inclusive criminológico, podemos tomar algunas decisiones de oportunidad más allá de la defensa cotidiana.

El otro análisis sugerido es, con base en los resultados de esa compleja personalidad, ¿qué quiere de nuestro país?, porque de Canadá ya lo definió: su estado 51; de Ucrania, ceder territorio ante Rusia, y de esta manera cada país o continente tiene un objetivo, en todos: los aranceles.

Las presiones de aquel país a México han sido, en diferentes frentes, bajo una confusa exigencia: que sus ciudadanos dejen de consumir fentanilo.
Para ello, ha presionado con el aumento de aranceles, militarización de la frontera, persecución migrante e inicio de cancelación de visas de políticos mexicanos; gravamen del 5% de las remesas migrantes; amenazas de incursión a territorio nacional para desmantelar grupos delictivos ya calificados como terroristas. Ha hecho acuerdos con delincuentes y familias criminales, inclusive provocando éxodos a la frontera en busca de protección; qué decir del perfil de embajador que ha llegado a nuestro país, un experto en investigaciones de seguridad nacional y un gran operador militar, dos características básicas para desmantelar a estos y otros grupos delictivos.

México se ha defendido con respuestas que, en algunos casos, han sido contraproducentes; una de ellas fue extraditar decenas de criminales, en un gesto de confianza y apoyo sin saber que esos delincuentes son portadores de información comprometedora para generaciones de políticos y funcionarios corruptos.

La siguiente pregunta sería: ¿nos afectaría como ciudadanos mexicanos que los norteamericanos limpiaran al país de la escoria criminal? La respuesta políticamente correcta sería que sí nos afecta, por la violación inmaculada a nuestra soberanía; que pueden ellos cooperar, “pero nunca subordinarnos a sus pretensiones”.

Recordemos que las agencias norteamericanas han cooperado y desembolsado millones de dólares desde hace más de 50 años con nulas respuestas por parte de la clase política mexicana y, peor aún, de todos los partidos y sus alianzas que ya han estado en el poder.

A pesar de ese peculiar país que se caracteriza por tener intereses, nunca amigos; por tener actitudes mojigatas y mentir en muchas de sus afirmaciones, no deja de representar para nosotros una sociedad obligada y que, ahora, justo nos da la oportunidad de contener el avance criminal que nos ha llevado 25 años de violencia y donde la clase política mexicana ha tenido mucho que ver y la sociedad mexicana mucho que perder.

Queridos lectores, ¿en verdad ‘perder’ unos cientos de políticos, funcionarios y empresarios corruptos en el contexto de su promoción a la delincuencia organizada es un ataque a la soberanía nacional? ¿Usted que ha vivido la violencia cree que merecen ser encubiertos y defendidos?