LitioMX: tres años de soberanía… sin litio

LitioMX: tres años de retórica sin producción. Millones gastados en burocracia, cero gramos extraídos y una demanda internacional en curso


Juan Ortiz

La escena era solemne: legisladores de Morena celebrando como si acabaran de realizar una segunda expropiación petrolera. El 18 de abril de 2022, el Congreso aprobó la reforma a la Ley Minera para declarar al litio como propiedad exclusiva de la nación. Fue el nacimiento simbólico de la “soberanía energética” de la ‘4T‘.

Tres años después, todo sigue igual. El litio sigue enterrado. Y el presupuesto, evaporado.

NUEVO PEMEX

LitioMX, la empresa estatal creada para administrar ese recurso, no ha producido un solo gramo de litio. No hay extracción, ni refinería, ni rutas logísticas, ni plan industrial.

Ni siquiera tiene una estrategia nacional publicada.

El sitio oficial no detalla metas, ni etapas, ni rendimientos esperados. Solo un directorio y comunicados. Se prometió una revolución industrial, y solo crearon una oficina con papelería.

Entre 2023 y 2025, LitioMX gastó más de 20 millones de pesos. ¿En qué? En pagar burocracia: sueldos, oficinas, foros y convenios académicos. Es decir, ni una inversión en tecnología. Ni una planta. Nada.

Y no es por falta de litio. Hay reservas. Pero están en arcillas. Sacarlas requiere conocimiento, inversión y asociaciones. Pero el gobierno decidió cerrar la puerta a la inversión privada. Resultado: no tenemos litio, pero sigue siendo del pueblo.

La gran promesa fue que LitioMX sería el Pemex del futuro. Pero solo heredó su parte más pesada: la burocracia.

Al frente pusieron a Pablo Daniel Taddei Arriola, hijo de un ex superdelegado del Bienestar, sobrino de la presidenta del INE y miembro del clan Taddei, que acumula cargos públicos como si fueran trofeos. Su sueldo: $114,617 pesos mensuales. Su experiencia: ninguna. Su resultado: nulo.

Mientras otros países ya exportan baterías, México exporta funcionarios a congresos internacionales. No hay industria, pero sí hay simulación.

Y cuando se cancelaron las concesiones a la empresa china Ganfeng Lithium, que ya había invertido millones, el gobierno provocó una demanda internacional que mantiene todo congelado.

El arbitraje en curso podría costarle al país cientos de millones en indemnizaciones. Y eso, sin haber producido una sola tonelada. Otro problema legal, otra señal de improvisación.

DÉJÀ VU

LitioMX no es el primer experimento de este tipo. En los años 80 ya habíamos vivido algo similar: la creación de Uramex para explotar uranio. Fue un fracaso. Nunca se produjo nada. Nunca se rentabilizó nada. Solo se creó una estructura que se hundió en su propia ineficiencia.

Hoy la historia se repite. El litio está “nacionalizado“… pero en el papel. En la práctica, sigue sin explotarse. Como cuando el uranio también se volvió promesa. LitioMX es Uramex con otro logo y con otra narrativa. Pero con los mismos resultados: cero.

La Auditoría Superior ha documentado cada año las mismas fallas: contratos sin pruebas, proveedores sin entregables, recursos públicos sin destino productivo. Pero nadie rinde cuentas. Nadie explica. Nadie renuncia.

Morena dijo que el litio sería palanca de desarrollo. Hoy es otro elefante blanco en el desierto. Y el mensaje es brutal: no hace falta producir para usar dinero público, no hace falta rendir cuentas para cobrar y no hacen falta resultados para seguir en el cargo.

El litio es de los mexicanos. Como lo fue hace 100 años. Y como hace 100 años, sigue enterrado. Como hace 100 años, sigue sin explotarse. Y como hace 100 años, el dinero público se sigue desperdiciando. Urge un cambio de estrategia, o seguiremos detrás de otros países.