Alexa mira atenta la televisión de la sala, mientras aparece el video de Hollaback Girl de Gwen Stefani (2004) en la pantalla. El reloj marca las 12:20 de la tarde y el olor a comida se desborda desde la cocina, donde Ariatne añade los últimos condimentos al caldo de pollo y los frijoles que venderán tan pronto el comedor comunitario abra sus puertas en 40 minutos.
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Originaria de Honduras, Alexa Rodríguez es una de las 10 mujeres trans que habitan en Casa Lleca, que forma parte de una organización que ayuda a mujeres y personas de la comunidad LGBT+ en situación de calle o de riesgo. La centroamericana de 28 años de edad lleva 10 días en este refugio ubicado en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo, Alcaldía Cuauhtémoc.

“Yo llegué hace cuatro meses a México, por Chiapas. Mis primeros días fueron en Chiapas cuando veníamos recorriendo sin parar en una caravana. Luego, llegué caminando a la Ciudad de México como a los 20, 25 días de haber salido de mi país”, cuenta Rodríguez a OVACIONES mientras entrelaza los dedos sobre la mesa del comedor, donde decenas de personas probarán la comida que ofrecen en Comedor Lleca, otra iniciativa de este colectivo.

“Aquí (en México) ha sido un poco más flexible la cosa, que incluso mi país, porque allá en Honduras, digamos, la situación es más homofóbica, hay más homofobia, más negativamente respecto a este tema, lo toman con más negatividad, no como aquí que es más liberal, más público y para ser sincero, me he sentido mucho muy bien”, refuerza.
De ser deportada a Honduras, a encontrar un hogar en la Ciudad de México
Para Alexa, quien adoptó ese nombre desde que comenzó a asumirse como mujer, sus últimos meses han sido contrastantes. Apenas el año pasado aún vivía en Houston, Texas, donde había encontrado asilo político por parte del gobierno de Estados Unidos debido a la situación de violencia que azotaba a su natal Honduras. Sin embargo, fue deportada por una inconsistencia en sus trámites hace casi un año.
“Por ahora, como está la situación migratoria en Estados Unidos, creo que mi plan va a ser permanecer aquí en México un tiempo, podría ser uno o dos años aproximadamente. Pero yo ya estuve en Estados Unidos. Me deportaron el año pasado, en abril o mayo del año pasado. Me deportaron a Honduras, pero yo viví cinco años, en Houston, en una calle en Aldine Bender”, comparte.

Cómo la pandemia provocó que Alexa perdiera su vida en Houston y llegara a Lleca
Una de las condiciones fue la de tener que asistir a la Corte a firmar cada vez que se le solicitara. Era tal su interés por permanecer asilada, que se mudó a un apartamento cerca de las oficinas de inmigración para poder estar más al pendiente cuando le mandaran llamar. Pero entonces, se atravesó la pandemia y trajo consigo un serio problema migratorio.
“Fui a la primera firma en Houston y luego me dejaron otra para el 2021, en eso vino el coronavirus. Cerraron las oficinas y no pude presentarme en la fecha a firmar en la Corte porque estaba cerrada la oficina, cosa que ellos no me entendieron, ni me dieron la razón, pero ¿cómo yo iba a firmar si estaba cerrado? Y aún así, no les importó. Yo sabía que era una de las condiciones y cuando usted rompe esa regla, ya automáticamente tiene una orden de deportación”, se lamenta.
“Entonces, pues me agarraron por mis placas vencidas en 2024, más que todo fue por esto, por las placas. Me llevaron y ya me revisaron y ya me dijeron, ‘pues aquí tienen una orden de deportación del 2021, entonces necesitamos mandarte a tu país de nuevo’”, añade.
Fue así como la devolvieron a Honduras, donde si bien fue recibida con un trato humanitario, ya no se sintió del todo cómoda, por lo que decidió volver México por medio de las caravanas migrantes que parten desde Centroamérica hacia el Norte en busca de una mejor vida. Y entonces, encontró refugio en Casa Lleca.
“Llegué por medio de una amiga, tengo 10 días de estar aquí. Colaboramos en la acción de la casa y, pues, como funciona también como comedor humanitario, tenemos que ayudar a cocinar y en todo lo que está en nuestras manos. Pero todo ha sido fácil, hay una hermandad”, dice.
De la emergencia sanitaria por la COVID-19, a la ayuda a las mujeres trans
Coincidentemente, así como a Alexa le cambió la vida la pandemia COVID-19, esa misma emergencia sanitaria provocó la creación de la organización adonde recién llegó en busca de ayuda.
“El refugio fue a partir de esta experiencia con personas de la diversidad sexual que se encontraban en situación de calle, sobre todo en la pandemia, pues muchas personas, sobre todo mujeres trans, se quedan en situación de calle porque acá en la Ciudad de México el gobierno decidió cerrar los hoteles, que son espacios donde comúnmente habita este tipo de población”, recuerda la defensora de Derechos Humanos, Victoria Sámano, fundadora y directora del colectivo Lleca Escuchando la Calle.
“A veces damos por hecho que para esas personas ya existen los albergues y deberían acudir a ese tipo de lugares, sin embargo son espacios que no están en buenas condiciones y el personal muchas veces no está capacitado o sensibilizado para atender a estas poblaciones de la diversidad sexual y cuando acuden a este tipo de albergues públicos de gobierno son violentadas, discriminadas y otra situaciones que ahí ocurren y el objetivo era dar una opción a este tipo de población”, agrega.
Fue así como nació Casa Lleca cuatro años atrás, con capacidad para atender a 10 personas durante un lapso de entre tres y cuatro meses, para ayudarles a reinsertarse de manera activa en la sociedad al contar con alojamiento sin costo, apoyo psicológico y un empleo que les permita ahorrar para poder retomar el rumbo.
“El año pasado atendimos a 52 (personas), y tenemos el comedor comunitario, que existe para esta población que le es sumamente complicado tener un trabajo porque se les discrimina. Dimos un enfoque diferente para dar empleo a las personas que aquí están viviendo, les damos un sueldo, no como deberíamos porque no hay recursos suficientes, pero ya perciben un pequeño ingreso”, dice la luchadora social de 31 años de edad.
Casa Lleca abre sus brazos a inmigrantes ante las amenazas de Trump
Esta semana, el presidente de Estados Unidos Donald Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe a mujeres y niñas transgénero competir en deportes dentro de la rama femenil. Se trata de la cuarta de una serie de acciones para retroceder los derechos de las personas transgénero en ese país.
De las 52 personas beneficiadas en 2024 por Casa Lleca, entre 10 y 15 eran inmigrantes. Pero ante estas drásticas medidas de Trump contra la comunidad LGBT+, la activista cree que la cifra aumentará considerablemente.
De hecho, desde el 20 de enero de 2025, cuando el republicano asumió el cargo, se agudizaron las políticas de control migratorio por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Según datos oficiales, en los últimos 11 días de enero, ya con Trump, se realizaron un total de 13 mil 031 arrestos de inmigrantes indocumentados y 5 mil 717 órdenes de detención ejecutadas en cárceles y centros de detención. Cifras suficientes para alarmarse.
“Hemos atendido muchísimas personas migrantes, no solo en este momento. Creemos que en algún momento sí vamos a tener que redoblar esfuerzos por lo que sucede a nivel internacional y con la deportación de personas migrantes que no están regularizadas en Estados Unidos”, considera Sámano.
“Ya hemos atendido muchas personas de Honduras, Venezuela, El Salvador y Guatemala, sobre todo de esos países donde se vive mucha violencia para personas de diversidad sexual y sus oportunidades laborales o económicas son inferiores a las que hay en otros lados”.
De acuerdo con datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 27% del total de quienes se identifican como LGBT+ le hicieron sentir diferente por sus gustos o intereses, esta cifra contrasta 11% para la población que no pertenece a la comunidad. Ante esta oleada de intolerancia promovida desde la administración Trump, el temor de que en México se avive el odio hacia esta comunidad, es cada vez mayor.
“Lo que estoy viendo ahorita, desde la perspectiva de experiencia, como una persona que ya estuvo allá deportado y todo, creo que sí se va a complicar un poco más, porque Trump quiere poner medidas muy fuertes, aparte que ya está viendo como un enemigo demasiado fuerte al migrante y a la comunidad. Ya se salió de control de lo que es un migrante, al racismo y todo, va dándose todo. Sí está super complicado. No sé qué medidas se van a tomar”, dice Alexa Rodriguez, quien espera juntar algo de dinero para poder abrir un negocio de venta de ropa.
“Vives diariamente violencias, escuchas burlas, algunos comentarios de grupos, incluso cuando vas caminando, que ni siquiera volteas a ver a esas personas y hacen algún comentario o burla. Pero creo que justo cuando nos ponemos en mayor vulnerabilidad, cuando las violencias van aumentando. Una mujer trans que vive en situación de calle, obviamente va a vivir violencias muy extremas, incluso al punto del transfeminicidio, que es muy común entre mujeres trans, trabajadoras sexuales y quienes viven en las calles”, analiza la activista Sámano.
La importancia de la ayuda psicológica a una comunidad LGBT+ bajo constante amenaza
Al menos 55 mujeres trans fueron víctimas de feminicidio hasta octubre del año pasado en el país, según datos de la Asamblea Nacional Trans No Binarie y el colectivo Transcontingenta, cifras que superan los 43 casos reportados en 2023.
Ante estos crímenes de odio, el refugio, además se centra en apoyar a la comunidad LGBT+ en temas de salud mental. Sobre todo, al tratarse de un país donde el 88.7% de esa población indicó tener problemas de estrés; 64.9%, de angustia, miedo o ansiedad y un alarmante 28.7% de personas de 15 años o más, señaló haber tenido ideas o intentos suicidas a lo largo de su vida.
El comedor comunitario de Lleca y la oportunidad para salir adelante
Es así como Lleca ha cobrado cada vez mayor relevancia en cuanto a ayudar a la comunidad LGBT+ en situación de calle y en riesgo se refiere. En el portón de su entrada, un pizarrón tiene escrito el menú del día. Y una cartulina rosa presume con tinta negra el precio de $11 por comida.
“Lleca significa calle. Las personas en situación de calle, cuando tú a veces les preguntas ‘¿dónde viven?’ y se refieren así al espacio como que viven en ‘lleca’ o incluso quienes están en el reclusorio privadas de su libertad pues también así se refieren al espacio público o hacia el exterior, como la ‘lleca’ y pues así nombramos a la organización para que pues fuera algo familiar y se se sintieran identificados”.

Fotos: Aracely Martínez 









