Yolanda de la Torre V.
En estos días, hemos vivido la primera recta del 2023, tras un atribulado final del 2022, con todo lo positivo y negativo que hubiera podido representar para la humanidad, siendo una vuelta más al Sol, durante lo que más hemos escuchado mencionar es la palabra crisis, un vocablo al que los chinos redefinen como “oportunidad”.
Como humanidad, deberemos hacer frente a todo tipo de retos, partiendo de todo lo que hemos vivido durante el 2022 que se extingue, lo que por lo menos nos llevará a vivir remanentes de la inflación que nos ha afectado, a lo que sumaríamos un enfrentamiento de Occidente con Rusia, como una posible ampliación de la escalada bélica en Ucrania, algo que podría tener un perfil más fuerte si China se mostrara en un respaldo más claro hacia Moscú.
Habrá que ver también, qué tanto se puede avanzar en campos como el tecnológico, para el que han faltado componentes clave, como los microconductores (chips) e incluso algunas materias primas, como las llamadas tierras raras, algunos metales pesados de la tabla periódica, que regularmente China ha comercializado con las empresas estadounidenses, como Apple, Microsoft y otras de alta tecnología.
El 2023, es un año en el que los replanteamientos tendrán que llegar incluso, hasta nuestra forma de comer, ya que las formas actuales en que se crían pollos o ganado vacuno y porcino, llevan a que estos generen grandes cantidades de excremento que a su vez produce gases de efecto invernadero, que son en buena medida responsables del cambio climático que hoy nos afecta.
Cada vez más los científicos que señalan que bastaría con el derretimiento de la placa de hielo de Groenlandia, para que el nivel del mar se incrementara lo suficiente para que desaparecieran archipiélagos completos como las Islas Maldivas o ciudades tan importantes como Nueva York y Londres, entre muchas otras.
Uno de los más grandes alpinistas de la historia, como el polaco Jerzy Kukuczka, al referirse a la crisis que podía representar una tormenta en las más altas montañas, no hablaba de esperar a que estas pasaran para seguir avanzando, lo que hacía era enfrentarlas cuando iban aproximadamente a la mitad, para comenzar a retomar el rumbo y poder contar con el mejor clima posible al momento de alcanzar la cumbre, algo que ayudaba también a tener buenas condiciones para iniciar el descenso, lo que restaba peligro a cada experiencia.
Algo similar necesitamos hacer como especie, para hacer frente a los retos que tenemos por delante y muy particularmente en el 2023, año en el que tendremos que lograr especiales avances en cuanto a una industria automotriz cada vez más sustentable, haciendo uso, no solo de vehículos eléctricos, sino que éstos hagan uso de energías limpias que hagan sustentable la movilidad en el planeta.
Felizmente, hemos visto que hay ya drones e incluso algunos aviones ya funcionando con celdas de energía solar, algo que en principio se está dando de forma muy limitada, pero que gradualmente va mostrando posibilidades para el cada vez más sano desplazamiento de nuestra especie, en un mundo que hemos de salvar en los siguientes años, ya que lo podíamos perder.
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