Llega a su fin la Historia Negra de las Islas Marías

POR URBANO BARRERA En unas horas, la  Historia Negra del archipiélago integrado por María Madre, María Magdalena y María Cleofas, las legendarias Islas Marías, ubicadas en el Pacífico mexicano frente a las costas de Nayarit y habilitadas como prisión sin muros, llegará su fin. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, sepultará miles de historias

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POR URBANO BARRERA

En unas horas, la  Historia Negra del archipiélago integrado por María Madre, María Magdalena y María Cleofas, las legendarias Islas Marías, ubicadas en el Pacífico mexicano frente a las costas de Nayarit y habilitadas como prisión sin muros, llegará su fin.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, sepultará miles de historias de tristeza y alegría, el paso de 22 directores-gobernadores de 1905 a 2019 y el recuerdo de hombres que van de iletrados, hasta luchadores profesionales, teólogos, militares e intelectuales.

Todos tratados, en un principio, antes de que se relajara la disciplina, como esclavos, perseguidos políticos, enemigos y comunistas, aunque nunca se permitió el ingreso de delincuentes sexuales y sicópatas.

La única isla habitada como cárcel, por ser la de mayor extensión 145,28 km², fue Isla María Madre, no así, Magdalena, Cleofas y el islote San Juanito. Estas verán partir a 656 internos que serán reubicados en cárceles cercanas a sus entidades de origen.

De acuerdo al actual gobierno de la 4T, las islas fueron decretadas Centro Penitenciario por Porfirio Díaz el 12 de mayo de 1905 y suprimido el decreto el 18 de febrero de 2019 por el actual gobierno, luego de que la UNESCO declarara en 2010 este archipiélago reserva de la biosfera.

A partir de este domingo, la ex prisión llamada ahora Muros de Agua “José Revueltas”, en honor al escritor que fue reo en ese lugar de 1922 a 1935, será un centro ambiental y cultural principalmente para ecoturismo no intrusivo o de larga estancia.

Las islas albergarán campamentos dirigidos para los niños, jóvenes y adultos mayores, quienes podrán participar en actividades recreativas, como el senderismo, observación y monitoreo de flora y fauna, así como culturales y artísticas.

 

La vieja organización

 

La Isla María Madre 39 años vivió episodios desgarradores, con internos aislados de su familia y confinados en campamentos.

Hasta que el 30 de diciembre de 1939 por decreto del general y presidente de México, Lázaro Cárdenas, se  autorizó que los prisioneros, llamados allí colonos, pudieran convivir con sus familias.

Esto dio origen a campamentos con viviendas familiares y en 2010 ya había en algunos como el llamado, Puerto Balleto 183 habitantes 75 hombres 108 mujeres (Censo INEGI).

Rehilete, 110 habitantes: 88 hombres 22 mujeres; Nayarit 108 habitantes: 57 hombres 51 mujeres; Aserradero 744 habitantes; Bugambilias (CICA) 624 habitantes: 568 hombres 56 mujeres; San Juan Papelillo 34 habitantes; Laguna del Toro 320 habitantes: 242 hombres 78 mujeres y Morelos 641 habitantes.

En el campamento Puerto Balleto, estaban las oficinas, así como los principales centros de trabajo y recreo. Está formado por varias “jefaturas”: Puerto Balleto, Bellavista, Unidad Habitacional Miguel Hidalgo, Primero de Mayo.

El general de brigada, quien fuera primer director-gobernador, Rafael M. Pedrajo, construyó durante su gestión el hospital, las escuelas, el almacén, la biblioteca, el muelle, entre otros equipamientos.

Con el paso del tiempo y el crecimiento de las familias fue necesaria la integración de personal de las secretarías de Educación Pública, Medio Ambiente, Comunicaciones y Transportes, Correos de México y Secretaría de Marina Armada de México y el Poder Judicial.

También se integraron religiosas, entre ellas, ministros y acólitos de la Iglesia católica, hermanas religiosas de la Orden del Servicio Social, Jesuitas (Compañía de Jesús en México) y maestros invitados, capacitadores técnicos y artísticos, y familiares de todos los anteriores.

 

Colonos o presos célebres

 

Por las Islas pasaron célebres personajes, unos poco conocidos y otras figuras de la vida pública.

Destacan Concepción Acevedo de la Llata, La Madre Conchita, presa de 1929 a 1940.

A ella y a José de León Toral, se les acusó por ser los autores materiales de la muerte de  Álvaro Obregón.

José Revueltas, originario de Durango, preso en 1922 y de 1932 a 1935, escritor aprehendido por sus manifestaciones ideológicas y por organizar una manifestación de campesinos. 

José Ortiz Muñoz, El Sapo, sanguinario asesino que en su tiempo mató a un migrante cubano de decenas de puñaladas.

En su trayectoria criminal cometió 135 asesinatos entre los años 1920-1940 y lideraba una banda que se dedicaba a matar, asaltar y violar. El Sapo fue trasladado de Lecumberri a las Islas Marías, donde fue asesinado por otros reos a machetazos. 

Pancho Valentino, de 1957 a 1977, luchador profesional que asesinó a un cura de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima y torturó a un sacerdote poniéndole un alambre alrededor del cuello para que le dijera dónde escondían el dinero.

Ricardo Martínez Perea, preso desde 2012, general de brigada y excomandante del Ejército Mexicano.

Jorge Hernández El Guamas fue el prisionero que más tiempo pasó en las Islas Marías, al estar preso de 1986 a 2015.

Juan Manuel Martínez Macías Padre Trampitas. A diferencia de los demás presos, El Padre Trampitas ingresó a la prisión de manera voluntaria para profesar su fe y evangelizar a los presos.

Se volvió gran amigo de El Sapo a quien logró sacarle una confesión de sus pecados. Murió a los 87 años. 

 

La fuga de Alcátraz-México

 

Pese a que las aguas que rodean las Islas Marías están infestadas de tiburones hubo un mexicano que burló todo, llegó a tierra, pasó a ver a su hermana en Guadalajara, retornó a la Ciudad de México, delinquió en una iglesia y al ser reaprehendido fue regresado en una ‘cuerda’ nuevamente a la Isla María Madre.

Nadie lo creía y fue comparado con Clarence Anglin, John Anglin y Frank Morris, los tres reclusos que se escaparon de la prisión de Alcátraz, frente a San Diego, California. El “héroe” mexicano de ese momento fue Carlos Miralrio Mujica.

A Carlos no le asustaron los tiburones, las fuertes corrientes marinas, ni los 112 kilómetros entre las costas de Nayarit y la Isla María Madre.

Carlos Miralrio Mujica arribó el 2 de agosto de 1988 al penal de las Islas María después de ser sentenciado por el homicidio de dos hombres en la capital del país. Uno de ellos era un agente policiaco, y su condena fue decretada en 26 años de cárcel.

Su escape ocurrió 1989 y su historia parece un cuento de ficción.

A Carlos le gustaba tocar la guitarra. Era bueno. Otros reos y empleados lo conocían por eso. A finales de 1989, el director del penal lo invitó para que también cantara en una fiesta organizada por guardias de seguridad.

Durante la celebración, los agentes carcelarios bebieron demasiado alcohol: Miralrio Mujica aprovechó la velada para fugarse de la isla.

Escapó, llegó al entonces Distrito Federal a principios del año 1990, donde se asentó y reinició su carrera delictiva.

En mayo contactó a José Malfavón Espinosa, otro ex reo que conoció cuando estuvo internado en el penal de Santa Martha Acatitla.

Se encontraron en la estación de Metro de Villa de Cortés y juntos cometieron un atraco en el ex Convento de Regina, ubicado en las calles Simón Bolívar y San Jerónimo del Centro Histórico, a un costado de la Iglesia de Regina Coelli. Se robaron varias figuras y pinturas religiosas.

Policías de la antigua Secretaría General de Protección y Vialidad los capturaron cuatro meses después cuando encontraron al comprador de uno de los cuadros. Así dieron con la identidad y el paradero de los criminales, refieren publicaciones periodísticas de la época.

Al examinar sus antecedentes criminales encontraron que Carlos Miralrio Mujica era un prófugo de la Colonia Penal Federal Islas Marías y que era de los pocos que había sobrevivido a naufragar en el océano.

En un reporte de la entonces Policía Judicial del Distrito Federal, escrito por Alfredo Montes de Oca Ramírez, un comandante que asistió a la fiesta, describió cómo Miralrio Mujica escapó de la cárcel.

Esta historia, fue publicada por el Diario de Colima:

“Se proveyó de bolsas de plástico de varios tamaños, cajas de cerillos, un encendedor, un machete, un cuchillo, y otros implementos, saliendo de Isla Madre hacia Isla Magdalena, para después dirigirse en una balsa que fabricó con quiotes hacia la Isla Cleofas y de este lugar al Puerto de San Blas en otra balsa, haciendo un recorrido de 13 días, para después por vía terrestre, dirigirse al Distrito Federal”, asentaba el texto de la averiguación 4ª/1330/990-06.

Jesús, un empleado de la anterior Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, y quien aparece en la única foto que se conoce de Carlos Miralrio Mujica, afirmó: “Dijo que rompió unas hieleras y se amarró las tapas al pecho”.

“En las bolsas de plástico metió los cerillos, el encendedor y algo de comida que quedó de la fiesta, así se aventó al mar, según contaba cuando veía cerca de él los tiburones se quedaba quieto, como si fuera una tabla para que no le hicieran nada”.

Algunas versiones señalan que después de tocar tierra se dirigió a casa de una hermana en  Jalisco. Ahí, ella le aseguró que no quería involucrarse en ningún delito y solamente le regaló un reloj para que intentara venderlo.

Con el dinero obtenido, en febrero de 1990 viajó a la capital del país. Mientras tanto, directivos del penal de las Islas Marías lo habían clasificado como muerto y eso mismo les habían comunicado a sus familiares.

A su detención ya portaba una pistola .9 milímetros que llevaba fajada en su cintura. El arresto fue en la colonia Obrera.

El comandante que lo detuvo le dijo: ‘ándele cabroncito, por robarle al patrón. Ya ve, ya la habías librado, todos te daban por muerto’ y así era, nadie podía creerlo”, relató Jesús empleado de la Procuraduría.