Lo bueno de los libros de texto

18, agosto 2023

LUIS HUMBERTO FERNÁNDEZ FUENTES

En las últimas semanas, la polémica sobre los nuevos libros de texto ha dominado la agenda pública y muchos actores han tenido reacciones vehementes y furiosas contra los libros, adjetivándolos, descalificándolos e incluso satanizándolos. El debate se ha centrado en los errores, los que se reconocen y se asume la obligación de corregirlos; sin embargo, ésta es una visión más política y pasional que una visión pedagógica o del análisis del modelo educativo completo.

Lo primero que debemos considerar es que el mundo ha cambiado y no podemos seguir enseñando sobre las bases de los 50, enfocándonos en un modelo industrial, con aprendizaje repetitivo y memorístico. La sociedad y los retos actuales son muy diferentes, multidisciplinares, dinámicos, activos, donde urge un sentido de comunidad y nuevas formas de aprendizaje y organización de la escuela, donde lo local y lo comunitario se vuelven elementos fundamentales.

Por eso es necesario adecuar la educación a la realidad actual, para que sea práctica, eficaz y que genere un mayor beneficio social y comunitario. En ese sentido, se realizó la reforma constitucional al artículo Tercero, que ha sido funcional, ya que no se cerró ninguna escuela ni un solo día por este motivo y en la cual hubo un amplio consenso; también se aprobaron las leyes secundarias, las cuales son pertinentes y están siendo aplicadas. La revitalización de los Consejos Técnicos Escolares también es parte de este nuevo modelo, donde se busca que las maestras y maestros se conviertan en líderes pedagógicos.

El último paso son los libros de texto, que fueron construidos bajo el nuevo modelo educativo. Éste no es una ocurrencia y está basado en prácticas pedagógicas exitosas y probadas, como lo son el uso de programas analíticos y sintéticos; estos últimos son los contenidos mínimos nacionales, de observancia obligatoria, en todas las aulas. Sobre esta base las maestras y maestros han elaborado los programas analíticos por escuela en el que enriquecen estos contenidos a las condiciones locales.

Esto no es nuevo, hay experiencias internacionales como el programa “PISA para el Desarrollo”, o PISA D, el cual, a través del vínculo con factores contextuales, ha logrado resultados favorables en la educación en países como Ecuador, Paraguay y Camboya. Un segundo concepto es la transversalidad, que es usada por los mejores sistemas educativos de acuerdo a la OCDE, ya que fomenta el aprendizaje creativo. Países como Estonia y Singapur son ejemplo de ello, en los cuales los estudiantes enfrentan problemas reales cotidianos, sustituyendo la memorización. Otro de los elementos positivos es el aprendizaje por proyectos, que es usado con éxito en Canadá y Japón; también es el caso de la educación comunitaria, que permite vincular la escuela a su entorno y como un espacio social, y ha tenido buenos resultados en Perú y Chile.

Como se observa, hay bondad en la estrategia pedagógica de los libros de texto más allá de la satanización que se ha querido hacer de ellos. No es la primera vez que se ataca a los libros, ya que obras como El Diario de Ana Frank, El Código Da Vinci, Los Viajes de Gulliver, e incluso Harry Potter, han querido ser vetados. La ambición de destruirlos describe en una pincelada sus almas y condición humana.

Al respecto, Barack Obama señaló hace unos meses en una carta pública: “algunos de los libros que le dieron forma a mi vida están siendo cuestionados por personas que no están de acuerdo con ciertas ideas o perspectivas. De cualquier manera, el impulso parece ser que se busca silenciar, en vez de participar, rebatir, aprender o intentar comprender puntos de vista que no coinciden con los nuestros”.

En la Ciudad de México hemos realizado talleres para analizar los libros de texto, y prácticamente todos coinciden en que son una herramienta pedagógica pertinente y útil. Por ello, no existe razón ética, pedagógica, logística o jurídica que impida entregar los libros en la Ciudad. El no hacerlo implica un costo terrible, violentando los derechos de las niñas y niños, por eso los libros tienen que estar en los salones de clase. Estamos listos, los libros ya están en las escuelas.

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