Lo que compartimos Juan Pablo Escobar y yo

1, marzo 2024

Lorena Remirez

Esta semana vi una entrevista hecha por el periodista Víctor González al hijo mayor de Pablo Emilio Escobar, Juan Pablo Escobar. Juan Pablo vivió los altibajos fruto del trabajo de su padre, el narcotraficante más importante del mundo.

En esta entrevista cuenta cómo tuvo que tomar una decisión: seguir con el legado que se le presentó el 2 de diciembre de 1993 con la muerte de su padre, o cambiar su rumbo por completo. Optó por el segundo. Juan Pablo hoy es arquitecto y conferencista, y una buena parte de su trabajo gira entorno a la construcción de paz y apoyo a las víctimas de su papá.

Hace proyectos de recuperación de espacios para fomentar el desarrollo libre de violencia en las comunidades de Colombia, y platica a los jóvenes de su país sobre su experiencia para mostrarles la otra cara de pertenecer al crimen organizado y el narcotráfico. Les muestra el precio de perder la libertad de disfrutar, de amar, de convivir, de compartir… tal como lo perdió su padre.

Paradójicamente, escucharlo, me hizo pensar en un sentimiento que compartíamos: la imperante necesidad de transformar nuestra historia, a pesar del legado que cargamos.

A mi papá lo secuestró el Mochaorejas en 1997, el secuestrador que volvió habitual hablar de este crimen en México. Fui testigo de primera mano de lo que este tipo de violencia genera en una persona y en su núcleo familiar. Este nivel de deshumanización tiene un potencial destructivo no solo físico, pero principalmente emocional. Mi papá me contó sobre esta experiencia cuando yo tenía 9 años. Me acuerdo de haber sentido miedo durante mucho tiempo después de eso. Sentía la frustración de mis padres, la tristeza de mis abuelos y el desconcierto de mis hermanos.

La primera vez que ese sentimiento cambió de enojo a compasión, fue cuando leí por primera vez sobre justicia restaurativa. Lo que propone esta teoría, es que, para reconstruir el daño en una sociedad con índices de violencia descontrolados, se deben de tomar cinco acciones concretas: proveer de verdad, justicia, reparación a las víctimas, garantías de no repetición y memoria. Si se siguen estos cinco pasos, puedes abrir las posibilidades a que la víctima pueda sobrevivir y transformar su trauma, mientras el agresor recibe el apoyo necesario para reintegrarse a la sociedad, esta vez de manera funcional.

En ese momento comprendí por fin que puedo escoger otro camino alternativo a la ira, y puedo construir paz desde mi dolor. Así que perdoné al Mochaorejas, empaticé con mi papá, y forjé mi propio camino con el objetivo de generar acciones que contribuyan a una verdadera y duradera disminución de la violencia.

Ahora, ¿qué tengo en común con Juan Pablo Escobar? Los dos escogimos un camino diferente al enojo. Los dos decidimos enfocar nuestro tiempo en esta tierra para cambiar lo que tanto nos lastimó desde que tenemos uso de memoria; paradójicamente él siendo hijo de un perpetrador, y yo de un sobreviviente.

Y lo único que puedo desearle a todxs lxs hijxs de sobrevivientes o de perpetradores, es tomar la misma decisión que Juan Pablo y yo: sobreponerse a su dolor y a su enojo, y construir paz.

Fuentes consultadas:

Víctor González. (2020, February 26). Entrevisté al hijo de Pablo Escobar: Juan Pablo Escobar Henao [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=CriOfVhwzvs