Los Bills tienen épica remontada sobre Patriots y celebran al doble tras eliminación de Chiefs

Los Bills reavivaron su legado con una remontada histórica, mientras la derrota de Kansas City cerró el sueño de una dinastía sin precedentes en la NFL.



Foto: Reuters

La sombra alargada de los Buffalo Bills de principios de los años 90 —una epopeya de grandeza y agonía— volvió a proyectarse sobre la NFL. Mientras Josh Allen encabezaba una remontada épica de visita ante New England Patriots, a miles de kilómetros, la cruel matemática certificaba el fin del sueño de los Kansas City Chiefs de igualar la inalcanzable hazaña de aquellos Bills, que llegaron a cuatro Super Bowls consecutivos. Logro que, de momento, la dinastía de Andy Reid y Patrick Mahomes se ha quedado corta en su intento de replicar.

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Una intercepción de Gardner Minshew, quien sustituyó a un lesionado Patrick Mahomes, selló la eliminación de los Chiefs en una tarde donde necesitaban un milagro de cuatro resultados y solo obtuvieron su propia derrota. Con esto, los de Misuri se unen a un panteón glorioso pero incompleto de equipos que no lograron lo que solo hasta ahora los Bills de Jim Kelly.

Son ahora, junto a los Dolphins de los 70 y los Patriots de la década del 2010, uno de los únicos tres equipos en lograr tres Campeonatos de la AFC seguidos. Los tres compartieron un récord de 2-1 en Super Bowls, un testimonio de lo difícil que es ganar incluso una, y mucho menos cuatro oportunidades consecutivas. La búsqueda de Kansas City por el cuarto título consecutivo de la Conferencia Americana, que hubiera sido un hito sin precedentes en la era de los salarios máximos, se detuvo en seco para preservar el récord único de aquellos Bills que perdieron cuatro Super Bowls, pero que nunca dejaron de levantarse.

La historia, irónicamente, dibuja un paralelo sombrío para los Chiefs. En 1994, el año siguiente a su última caída en el Super Bowl, los Bills no solo no llegaron al partido por el campeonato, sino que ni siquiera se clasificaron para los Playoffs, poniendo fin a una racha de cinco años en postemporada. Fue un final abrupto para una era. Ahora, los Chiefs, tras tres Super Bowls seguidos, han conocido su propio diciembre de desilusión, siendo eliminados antes de lo esperado.

Pero mientras una puerta se cerraba en Kansas City, otra se abría con ímpetu en Foxborough. Los Bills actuales, cargando con el peso del legado y la famosa maldición de los cuatro fracasos, demostraron tener el temple de sus predecesores. Ante una derrota aparentemente segura, caían 21-0 ante los Patriots en el segundo cuarto, con el título de la AFC Este en juego para New England. Pero entonces, Josh Allen desató la tormenta. En un despliegue de fuerza y precisión, dirigió a su equipo en cinco posesiones ofensivas consecutivas que terminaron en anotación: tres pases de touchdown suyos y dos carreras de James Cook. De un abismo de 21 puntos, surgió una victoria vibrante 35-31.

Este triunfo, que lleva a los Bills a un récord de 10-4, es más que una victoria: es una declaración de intenciones. Aunque los Patriots y su 11-3 mantienen el control de la división, los de Allen probaron que pueden ganar en un ambiente hostil, bajo presión extrema y remontando un déficit abismal. Si el camino al Super Bowl debe ser forjado lejos de Buffalo, el desempeño de hoy es la prueba de que este equipo está hecho de la misma resiliencia que aquellos Bills de los 90. No se rindieron entonces. No se rinden ahora.

Así, en un solo domingo de diciembre, el ciclo de la grandeza giró. Cayó una dinastía que soñaba con igualar lo imposible, y resurgió, desde las mismas nieves de Buffalo, un equipo que lleva el mismo nombre y la misma fibra para perseguir, tal vez, el final feliz que la historia aún le debe a su ciudad, ya sin su bestia negra Mahomes en el horizonte.