Hace un mes concluyó el mundial y hace unas semanas arrancó la Liga MX, sin que se hayan cumplido las promesas de los directivos hechas a partir del fracaso en Catar; prometieron fortalecer las medidas anticorrupción en el futbol, regular los agentes de jugadores, directores técnicos y clubes, limitar las comisiones con base en las nuevas reglas de la FIFA o transparentar los contratos entre jugadores y agentes, sin que nada de esto se haya hecho realidad.
Cada día vemos una Federación y una Liga que parecen estar en una guerra en contra del futbol, los futbolistas y los aficionados, en la cual dominan los intereses de los promotores en una ambición desmedida y al traer extranjeros que no generan ningún valor agregado al futbol mexicano, por ejemplo, los más recientes refuerzos del Cruz Azul traídos del flamante Atlético Tucumán, lo que genera menos espacios para el talento nacional, el desprecio y falta de inversión a las canteras del país, entre muchos otros temas que impiden un crecimiento deportivo.
Pero en este especial catálogo de infamias, la más perniciosa es tratar de convertir al futbol, el deporte del pueblo, en un espectáculo de élite; en México ya la mayoría de los partidos se tienen que pagar para verlos, los espacios en televisión abierta cada vez son menores, lo cual sin duda impacta en la afición, en particular de la de menores recursos, ¿realmente piensan que habrá más aficionados con estas estrategias?
El futbol cada vez está más dominado por las apuestas, la venta de derechos y la desaparición del ascenso-descenso, en el cual la falta de competencia deportiva se arregla con dinero. Esto es algo significativo, pareciera que la aspiración a largo plazo es que cada que se vea futbol se pague.
Al final del fracaso en Catar los farsantes salvaron la chamba, pero no la dignidad; sus explicaciones y promesas siguen tan vacías como sus principios; no ha habido una sola acción para mejorar el nivel del futbol nacional, ni tampoco para transparentar. La vergüenza sigue cayendo sobre sus nombres, protegidos bajo el escudo de su cinismo y sus padrinos. Los patrocinadores deberían hacer una profunda reflexión si quieren ayudar a sus marcas, y a la imagen de una Liga y una Federación sí popular, pero bañada de corrupción y de falta de resultados.
@LuisH_Fernandez