Durante décadas, periodistas, investigadores y entusiastas han formulado la misma pregunta: ¿Qué sabe el gobierno mexicano sobre los ovnis? Y la respuesta oficial ha sido siempre un eco vacío: “No hay nada en los archivos.”
Pero una periodista encontró lo inesperado. Al sumergirse en el Archivo General de la Nación, entre los documentos de la Guerra Sucia y los expedientes de la Dirección Federal de Seguridad, apareció un legajo olvidado. Más de 100 investigaciones sobre objetos voladores no identificados, llevadas a cabo por el propio Estado. El hallazgo reveló una verdad incómoda: el gobierno sí ha investigado fenómenos inexplicables, solo que prefirió callar.
Ya en los años 50, el propio secretario de la Defensa hablaba —aunque con cautela— sobre los platillos voladores. En los 60 hubo un breve momento de apertura. Pero en los 70, la puerta se cerró de golpe. Todo se volvió secreto… hasta que, en 2004, el general Ricardo Clemente Vega García entregó un video a Jaime Maussan. Las imágenes, captadas por un avión de vigilancia militar, mostraban objetos volando a velocidades imposibles. El video fue difundido con el aval del presidente Vicente Fox.
Y no es un caso aislado, caso como el del joven Carlos Antonio de los Santos, interceptado por tres platillos en pleno vuelo, o el de Rafael Pacheco, transportado con todo y camioneta desde la CDMX hasta Acapulco mientras una voz extraterrestre hablaba a través de él.
Estas historias no son parte de una película, sino que fueron parte del primer Festival Internacional de Cine Extraterrestre en México que se llevó a cabo del 10 al 12 de julio en la Facultad de Cine, en la colonia Roma. La intención fue clara: reconectar con las nuevas generaciones y dar al fenómeno ovni la seriedad que merece. Como bien se dice entre quienes investigan desde la trinchera civil: “¿Por qué esperar a que Estados Unidos lo confirme si aquí ya tenemos las pruebas?”









Historias de contactados
Y sí, hay quienes aseguran haber sido abducidos. Algunos tienen marcas. Otros, incluso, implantes. La mayoría no fue invitado: fueron tomados contra su voluntad. Daniela es una sanadora intuitiva que desde niña descubrió un don natural: al imponer sus manos, otros sentían alivio, cosquilleo, energía. Aunque fue señalada como la “oveja negra” por su entorno, su sensibilidad fue evolucionando hasta convertirse en un canal claro de sanación, clarividencia y contacto con otras dimensiones. En sueños comenzó a recibir mensajes e información, aunque por miedo los bloqueó un tiempo. Hoy entiende que todo forma parte de un todo: “Somos energía, venimos del cuántico”.
Uno de los momentos más reveladores ocurrió cuando, en un sitio sagrado, se le manifestó un ser que le transmitió un mensaje clave: unidad. Desde entonces, su misión ha sido fomentar conciencia y conexión entre las personas. En ese camino conoció a Marciano Dovalina, organizador del festival, con quien conectó profundamente. Él también había vivido experiencias de intervención extraterrestre; entre ellas dominar un idioma que al parecer “no era de este planeta”.
Daniela ha sido testigo de múltiples fenómenos: luces, seres de otras dimensiones, canalizaciones, y hasta manifestaciones en espacios públicos. Sabe que no todos los seres son de luz y que abrirse sin protección puede ser peligroso. “Te chupan la energía”, dice, por eso es vital saber cómo cuidarse.
Otro de los relatos más impactantes fue el de Gloria Amezcua, conductora del programa digital “De todo para todos”, quien compartió su experiencia con un objeto volador no identificado a los 10 años en la colonia Agrícola Oriental.
“Estábamos ensayando una coreografía en la azotea de la casa de una amiga cuando, entre las 7:30 y 8:00 de la noche, apareció una nave enorme, inclinada, moviéndose en cámara lenta. Tenía ventanitas azules y rojas, como en las películas. Mis amigas lloraron, mi hermana se asustó, pero yo solo me quedé observando, hipnotizada“, relató. La nave, según su testimonio, se desvaneció a una velocidad imposible antes de que pudieran grabarla con una videocámara. “Fue como si supiera que queríamos captarla, como si tuviera tecnología para escuchar nuestros planes”. Gloria añadió que este avistamiento marcó su vida, provocando sueños recurrentes sobre figuras celestiales y platillos voladores, que la han llevado a tener revelaciones.
Durante el festival, un ingeniero aeronáutico explicó que la acumulación de hallazgos y el interés internacional –con investigadores de Japón, Francia, EU y Rusia– prueban que no se trata de una moda o una farsa, sino de un fenómeno con raíces profundas en la historia mexicana.
Uno de los panelistas recordó cómo, explorando archivos antiguos, encontró reportes periodísticos de principios del siglo XX que hablaban de “buques voladores” sobrevolando Monterrey, antes de que existieran los términos “platillo volador” u “ovni”. La aviación, según los expertos, ha sido testigo recurrente de estos fenómenos. “Hoy, gracias a espacios como el de Jaime Maussán, podemos hablar con más libertad. En mi época nos tildaban de locos por contar estas experiencias”, concluyó un capitán de aviación.




