La maratonista mexicana Citlali Cristian Moscote enfrenta el más duro golpe de su carrera. La medallista de oro en los Juegos Panamericanos Santiago 2023 que participó en los pasados Juegos Olímpicos París 2024, ha sido sancionada tres años por la Unidad de Integridad del Atletismo (AIU) luego de dar positivo por octodrina, una sustancia prohibida.
El positivo arrojado por Moscote ocurrió durante la carrera 10K de Valencia el pasado 12 de enero. El análisis, realizado en un laboratorio acreditado en Barcelona, detectó la presencia del estimulante en su organismo. La atleta de 30 años de edad, no contaba con una autorización para uso terapéutico y, aunque argumentó que la sustancia pudo haber llegado a su cuerpo por un suplemento contaminado, su recurso fue rechazado.
Y es que la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) es clara, pues para el organismo, la responsabilidad recae siempre en el atleta para evitar controversias. Así lo estipula el propio Código Mundial Antidopaje.
Desde el pasado 26 de mayo, la jalisciense aceptó la infracción, lo que redujo su sanción de cuatro a tres años, contados a partir del 24 de marzo, fecha en que fue suspendida provisionalmente. Como consecuencia, todos sus resultados desde el 12 de enero fueron anulados, incluyendo posibles medallas, premios económicos y puntos en el ranking.
“La AIU ha suspendido a Citlali Cristian Moscote (México) por 3 años a partir del 24 de marzo de 2025 por presencia o uso de una sustancia prohibida (octodrina), segunda ADRV. Resultados de la descalificación a partir del 12 de enero de 2025”, publicó la Unidad Integral de Atletismo en redes sociales, donde compartió su decisión extendida en un documento de seis páginas.
Como consecuencia, Moscote habrá perdido la beca de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), así como el acceso al Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos (CNAR) para realizar sus entrenamientos.
Pero este no es el primer caso de dopaje en la carrera de Moscote. En 2019, la atleta originaria de San Juan de los Lagos, Jalisco, fue suspendida dos años tras dar positivo por oxilofrina y fenprometamina, sustancias estimulantes. En esa ocasión, también alegó contaminación por suplementos, pero las reglas antidopaje son estrictas, ya que la presencia de una sustancia prohibida, intencional o no, es suficiente para la sanción.
Pese a su pasado, Moscote logró clasificarse a los Juegos Olímpicos París 2024, donde finalizó en el lugar 27. Sin embargo, ahora enfrenta un futuro incierto. Con 31 años al término de su sanción, su regreso al alto rendimiento será un desafío mayúsculo.
¿Negligencia o mala suerte de Citlali Moscote?
El Código Mundial Antidopaje establece que los deportistas deben asegurarse de que ningún prohibido entre a su organismo, sin importar la causa. Aunque Moscote insiste en que no consumió la sustancia deliberadamente, la AIU mantiene su postura firme: la responsabilidad es individual.
“Es un deber personal de cada deportista asegurarse de que ninguna sustancia prohibida se introduzca en su organismo. Los deportistas son responsables de la presencia de cualquier sustancia prohibida, de sus metabolitos o de sus marcadores, que se detecten en sus muestras. Por tanto, no es necesario demostrar intención, culpabilidad, negligencia o uso consciente para determinar que se ha producido una infracción de las normas antidopaje”, dice el Código Mundial Antidopaje en su apartado 2.1.1.
Su caso reabre el debate sobre la falta de control en los suplementos deportivos y la necesidad de que los atletas extremen precauciones. Sin embargo, también deja una lección clara, ya que el antidopaje no perdona errores.
Moscote pasó de ser la primera mexicana en clasificar a París 2024 a convertirse en un ejemplo de las consecuencias del dopaje, incluso cuando no hay intención de hacer trampa. Su suspensión no solo afecta su legado, sino que también mancha el atletismo nacional, que pierde a una de sus figuras más destacadas en los últimos años, tal y como ocurrió con la marchista Guadalupe González, quien pasó de ganar la plata en Río 2016, al olvido.




