Marina del Pilar: gobernadora bajo sospecha

Tras perder su visa, Marina del Pilar enfrenta crisis política con nexos al contrabando de combustible y silencio presidencial


Juan Ortiz

La revocación de una visa fue más que un trámite. Terminó en una alerta internacional. Una que vino de Washington, pero que detonó nerviosismo en Tijuana, escudos en el Congreso y un silencio incómodo en Palacio Nacional. La historia de Marina del Pilar Ávila, gobernadora de Baja California, dejó de ser un asunto local. Ahora es una crisis política con consecuencias binacionales.

¿ESCÁNDALO ADMINISTRATIVO?

El pasado fin de semana, Estados Unidos notificó a Marina del Pilar que su visa había sido revocada. Antes, su esposo Carlos Torres ya había sido detenido en garita y despojado del documento. Aquello detonó múltiples reacciones. Tanto de apoyo como de crítica. La gobernadora respondió con una conferencia de prensa que duró 10 minutos.

Se asumió como víctima, se definió por “sus valores” y agradeció a su círculo político como si estuviera en cierre de campaña. No hubo una sola línea sobre los motivos del gobierno estadounidense.

También es digna de mención la reacción de Morena, que actuó como si se tratara de un ataque a la República. Voceros, senadores, diputados y dirigentes cerraron filas. El libreto fue predecible: indignación, nacionalismo y victimismo. Lo que no hubo fue información.

RELACIONES PELIGROSAS

Carlos Torres no es un ciudadano cualquiera. Es operador político, exdiputado del PAN, exfuncionario federal con Felipe Calderón, y figura polémica desde que apoyó la ley Bonilla, que buscaba extender ilegalmente el mandato del exgobernador Jaime Bonilla. Esa maniobra le costó su expulsión del PAN en 2019. Y fue entonces cuando apareció en Morena.

Según medios como Reforma, la relación entre Carlos Torres y Marina del Pilar no sólo es conyugal: también es de operación política. Él es coordinador “honorario” de proyectos urbanos en Baja California, con acceso privilegiado a información clave. Un cargo sin sueldo, pero con muchas puertas abiertas. Y ahora, una visa cerrada.

Luis Torres, hermano de Carlos y cuñado de Marina, fue mencionado en una denuncia en EEUU por su presunta participación en redes de huachicol fiscal: contrabando de combustibles por aduanas del norte. Un decomiso histórico de 10 millones de litros en Tamaulipas encendió las alertas binacionales.

Según información publicada por Reforma y atribuida a fuentes militares, hay expedientes en curso sobre operaciones ligadas a las aduanas de Baja California y Sonora. Hasta ahora, Marina y Carlos no han sido implicados directamente. Pero el contexto pesa. El apellido Torres está en la mira. Y en Washington, los vínculos familiares no se pueden deslindar tan fácilmente.

SILENCIOS INCÓMODOS

Claudia Sheinbaum pidió “esperar a conocer el fondo del asunto”. No la defendió. No la blindó. El silencio de Palacio Nacional fue tan frío como revelador. Mario Delgado, quien impulsó personalmente a Marina como candidata, también se guardó. La protección institucional fue parcial. Y en política, los silencios también acusan.

Marina del Pilar quiso hacer de la revocación de su visa un problema administrativo. Pero su reacción, el apoyo incondicional de varios actores de Morena y el silencio presidencial lo convirtieron en problema de Estado. No es para menos: es la primera gobernadora en funciones a quien se le revoca una visa. Y de la entidad con más cruces fronterizos del país.

EL DATO INCÓMODO

La filial de Pemex a cargo de Dos Bocas reportó pérdidas por 575 mil millones de pesos en 2024. Y la refinería de AMLO costó 20 mil 959 millones de dólares, casi tres veces. El gasto no sólo se desbordó: dejó pérdidas, deudas internas por más de 1.5 billones y litigios abiertos por sumas millonarias. En total, las pérdidas acumuladas de la filial superan ya el billón de pesos. Ahí el costo de la “soberanía”.