México GP 2025: El fin de semana que desnuda la brecha de desigualdad y la aspiración a meses sin intereses

El Gran Premio de México 2025 expone de manera clara la brecha de desigualdad en el país



Tamarindos de a peso, o un peso que me regale”, repite un joven de cabello largo mientras recorre el vagón del metro que va de Tacubaya a Pantitlán en la Línea 9. Sentados en una hilera, un grupo de personas con gorras de Ferrari, Red Bull o Aston Martin y accesorios Balenciaga y Michael Kors con tenis ON, lo ignoran con un dejo de displicencia. La imagen es el epítome del acontecer diario en un país desigual, que durante el fin de semana del Gran Premio de la Ciudad de México regala postales dignas del surrealismo de André Breton.

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En las inmediaciones del Autódromo Hermanos Rodríguez, la cosa no es distinta. Ese sector de la población que debe trabajar hasta en sus fines de semana para poder llegar a fin de mes observa con curiosidad a esa otra cara de la moneda que al menos una vez al año se mira de frente, debido a medidas de autoridades y organizadores para incitar el uso del transporte público y evitar tráfico masivo.

En su normalidad, esas personas que se ven obligadas a salir de la burbuja de privilegios —como es tener un auto— se mueven en el opulento lado opuesto de la ciudad, pero para poder asistir al México GP, han tenido que subir al metro o metrobús para desplazarse a la alcaldía Venustiano Carranza.

El contraste es flagrante. Las diferencias entre clases sociales en México son profundas, pero cada vez más expuestas gracias al acceso a la información en redes sociales, mostrando la pronunciada brecha de desigualdad desde una óptica distinta.

Pues llevo tres años que me toca venir aquí por lo de Fórmula 1, la verdad es que ya me acostumbré”, dice Marilyn Mendoza, trabajadora de seguridad privada, al dejar pasar a un chico de limpieza con su desayuno, a pesar de que está prohibido el acceso con alimentos.

Si bien la pobreza en México ha disminuido desde 2018, la desigualdad estructural persiste. El 1% de la población más rica acapara 35% de los ingresos totales, mientras que el 10% con mayores carencias percibe apenas 2%, de acuerdo con Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig). La capital azteca contiene focos de lujo material y riqueza financiera que coexisten con una población que lucha por sobrevivir con bajos salarios y servicios públicos limitados.

“He venido ya seis veces al Gran Premio y es un orgullo para México esto. Ser parte de la Fórmula 1 es motivo de presumirse. Yo he gastado en otros fines de semana de Fórmula 1 30 a 50 mil pesos, pero lo vale”, asegura Alfredo Villalón, con camiseta de McLaren y gafas Dolce & Gabbana.

Los asistentes al México GP deben pagar precios inalcanzables para la mayoría que sobrevive con un salario promedio de 7,500 pesos al mes. Tan solo un vaso de cerveza doble cuesta 210 pesos, el agua 50 pesos y los refrescos 70 pesos, con aumentos respecto al año anterior.

Aunque para un sector reducido es sencillo desembolsar grandes cantidades, otros tratan de encajar pagando a meses sin intereses. En México, el número de tarjetas de crédito supera los 37 millones, con un crecimiento del 7.8% respecto al año anterior, según CNBV y Banco de México.

Compré mis boletos desde que salieron, aproveché la promoción de meses sin intereses y prácticamente ya los voy a terminar de pagar. La verdad es cómodo poder pagar así, te da la oportunidad de estar en algo tan histórico como es el Gran Premio”, cuenta Omar Hernández, aficionado con gorra de Red Bull Racing.

Fue en 1938 cuando André Breton visitó México y lo calificó como “el país más surrealista del mundo”. Casi 100 años después, ese surrealismo sigue siendo palpable en una sociedad dispar, acostumbrada a coexistir hasta en un mismo vagón de metro.