Morante, una vez más, ahora en Pamplona

Comparte la salida a hombros con Tomás Rufo



Foto: Cortesía

PAMPLONA.Morante de la Puebla volvió a demostrar que sigue siendo una figura que marca diferencias. Esta vez, lo hizo en Pamplona, en una tarde en la que compartió cartel con Andrés Roca Rey y Tomás Rufo, frente a un encierro de Álvaro Núñez que ofreció matices, dificultades y también momentos de peligro.

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Desde que salió su primer toro, Morante mostró claridad de ideas y un concepto asentado. Saludó con verónicas suaves y cargadas de expresión, rematadas con una chicuelina muy personal. La faena de muleta fue de menos a más, dominando con temple a un toro que protestaba, que derrotaba alto y no terminaba de entregarse. Morante, con paciencia y técnica, logró corregirle la embestida y cuajarlo por ambos lados. Remató con torería y dejó una estocada en buen sitio.

Pero fue en el cuarto donde el torero de La Puebla se superó. El toro, complicado y sin entrega, exigía precisión en cada cite. Morante supo medirlo desde los primeros compases, se puso en el sitio, se cruzó, y logró imponerse con una faena seria, sentida y cargada de contenido. Hubo muletazos por ambos pitones, molinetes de rodillas y detalles de sabor clásico que conectaron con los tendidos. Mató de un estocadón y recibió el reconocimiento unánime del público.

Roca Rey, por su parte, comenzó con fuerza y decisión. Al segundo toro de la tarde le planteó un inicio intenso, de gran impacto visual, pero el astado fue a menos rápidamente. No tuvo muchas opciones y optó por abreviar. El quinto siguió una línea similar, sin clase ni duración, lo que dejó al peruano sin posibilidad de mostrar su dimensión completa.

Tomás Rufo dejó una grata impresión. Ante el tercero, un toro con movilidad y calidad, construyó una faena sólida. Supo entenderlo, lo llevó largo y bajó la mano, logrando momentos de profundidad y ligazón por ambos lados. En el sexto, se enfrentó a un toro incierto, que no repetía y descolocaba, pero sacó el valor y la firmeza para imponerse con autoridad. Mató bien en ambos turnos.

En conjunto, la corrida fue desigual. Hubo toros con posibilidades y otros que se apagaron pronto o presentaron complicaciones. Aun así, los tres toreros mostraron recursos, disposición y momentos de conexión. Pero Morante fue el que marcó la diferencia. Sin alardes, sin forzar nada. Con torería y claridad, volvió a mandar. Y cuando eso ocurre, el toreo se justifica por sí solo.