El partido que fundó López Obrador no acabó con el PRIAN. Le puso un chaleco guinda y lo mandó al Metro. El nombramiento de Adrián Rubalcava como nuevo director del Sistema de Transporte Colectivo Metro no sólo es escandaloso por su perfil político (expriista, tránsfuga reciente, sin formación técnica en movilidad), sino por lo que representa: la traición abierta a los principios que Morena dice defender.
METRO TRICOLOR
Adrián Rubalcava fue priista hasta 2023. Alcalde de Cuajimalpa, operador de tricolores capitalinos, aspirante frustrado a la Jefatura de Gobierno. Hoy, sin experiencia en transporte ni credenciales técnicas, se convierte en el nuevo jefe del Metro de la Ciudad de México, un sistema usado por más de cuatro millones de personas al día. ¿Su mérito? Ser útil. Ser parte del capital político reciclable de una “transformación” que ahora opera con la lógica del reparto. Y no, Rubalcava no llegó como experto. Llegó como pago de favores. Y lo hace en un momento complejo: mientras aumentan los reportes de fallas, filtraciones, inseguridad, denuncias de pinchazos y accidentes en las líneas del Metro, el gobierno decide que lo importante no es resolver, sino quedar bien con los aliados.
¿Y LA CARTA?
La contradicción no podría ser más cruda. El Consejo Nacional de Morena, apenas unos días antes, aplaudió con devoción una carta enviada por Sheinbaum desde Palacio Nacional. En ella, la Presidenta advertía que el poder sin principios vacía al movimiento. Que el fin nunca justifica los medios. Que no deben repetirse las viejas formas. Fue una carta de alarma. Pero apenas 48 horas después, esa línea fue cruzada. Y no por cualquiera, sino por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, una figura que se presenta como la izquierda de convicción, pero que empieza su nueva etapa repartiendo cargos a “los malvados prianistas”.
NUEVO PRI
Rubalcava es apenas una pieza más del ajedrez que Morena ha armado con piezas del viejo sistema. Alejandro Murat, exgobernador priista de Oaxaca, hoy es senador con gorra guinda. Eruviel Ávila, exgobernador mexiquense, opera desde el PVEM como aliado de Sheinbaum. Claudia Pavlovich, Omar Fayad, Quirino Ordaz… exgobernadores premiados con embajadas. Y no son excepciones. Porque Morena no limpia la política. La recicla. La viste de nuevo. Le pone otra marca. Como pintar un vocho viejo y venderlo como Tesla. Lo más preocupante no es que lleguen. Es que pocos protestan. El silencio interno es la mejor prueba de que la lógica del poder le ganó a la convicción.
ÚLTIMA ESTACIÓN
Morena prometió combatir el viejo régimen. Hoy lo adopta. Su presunta lucha por principios terminó en acomodo de cargos. El discurso de ética sólo sirve para imprimir folletos. Y la “transformación” acabó en parecerse a lo que vino a sustituir. Sheinbaum mensajeó: “No es llegar al poder por llegar. No es la ambición personal lo que debe guiarnos“. Morena la dejó en visto. El Metro es símbolo nacional. Es infraestructura estratégica, es transporte popular, y también es escenario de tragedias y abandono. Ponerlo como botín político no es sólo cinismo. Es peligro para millones. Sin embargo, Morena prefirió no enterrar al viejo régimen. Mejor lo subió al vagón de adelante y le dio el volante.
EL DATO INCÓMODO
En Veracruz, la salud pública se volvió botín. Rocío Nahle acusó un desfalco de mil 600 millones en el sector salud durante el gobierno de Cuitláhuac. Hoy, una investigación de Nayeli Roldán reveló que socios del yerno de la gobernadora recibieron contratos del IMSS por más de mil millones… con sobreprecios de hasta 800%.



