Mujeres de éstas necesitamos

Funcionaria, defensora de derechos humanos y escritora, Violeta Parra Reynada luchó contra la violencia de género y los micromachismos hasta su muerte



La conocí circunstancialmente como Subsecretaria de Gobierno, antes había sido cuatro veces subprocuradora de Justicia en Guerrero. Siendo abogada se inició como ministerio público. Hoy se le va a extrañar, porque funcionarias como ella escasean o no existen.

Como su casa está llena de espacios luminosos y un inmenso jardín, así era su mirada y su conversación. En su vida laboral se encontró un día con los Derechos Humanos y la violencia contra las mujeres, los incorporó a su conciencia y se comprometió a fondo. Desde entonces, congruente, en su vida pública y privada, actuó de otra manera. Contra la injusticia.

Violeta Parra Reynada, además, fue una escritora en ciernes, y lo que hizo y bien, fueron relatos, cuentos, tal vez una novela o algunos poemas. Firme y valiente, durante toda su vida pudo romper con las formas torcidas de la política, hablaba claro y de frente al funcionariado guerrerense, donde reina el poderío masculino. Cimbró a esos funcionarios cuando reconoció que muchos de los testimonios que aportó, recogen en realidad sus propias experiencias.

Me acuerdo de que un 5 de junio dijo fuerte: “créanme: me costó tiempo, dinero, esfuerzo y muchas, muchísimas horas de terapia, pero aquí estoy, sobreviví a los micromachismos, esos sutiles y cotidianos que minan la autoestima de las mujeres”.

Hizo su tarea, atravesó, sin renunciar a sus principios ni callarse, los pasillos pestilentes de las antiguas procuradurías de justicia, pero no pensaba ni en el dinero ni en el poder, menos en escalar puestos. La vi renunciar.

Magistrada, procuradora de la Defensa de los Derechos de la Mujer en la Secretaría de la Mujer y subsecretaria de Gobierno y otras responsabilidades, será referente ético para mujeres de la política.

Le gustaban los vestidos claros, floreados, así como lo eran sus pláticas y gustos. Tuvo un hijo y una hija. Experimentó un matrimonio imposible. Por su brillantez y seriedad laboral se vio colocada, más de una vez, frente al poder de hombres y mujeres, experimentó esa violencia sutil, de la que no se hacen estadísticas, las que indirectamente te hacen sobrevivir o desistir.

Violeta Carolina Parra Reynada murió este domingo 15 de diciembre a las 18 horas, allá en ese herido Chilpancingo, a los 63 años, tranquila, rodeada de quienes la quisieron y la respetaron como profesional y funcionaria. Mostró ser una de esas mujeres que este país necesita, especialmente en los órganos de justicia y de gobierno.

Supo de esas violencias de las que sabemos poco y no contamos con herramientas para reconocerlas, las que minan la autoestima de las mujeres, tenues, cotidianas, que no producen víctimas mortales, pero sí graves afectaciones a la salud emocional. Se conocen como micromachismos y sus nombres aún están en inglés: gaslighting, mansplaining, manterrupting, bropaiting y manspreading.

Violeta nos dejó un legado de relatos y testimonios. El gobierno de Guerrero tendría que leerla, publicarla y difundir sus ideas para las funcionarias públicas y privadas. Las gobernadoras y hasta la presidenta de la República.

Un día me dijo: “ninguna se salva” y me contó cómo las vivió y logró identificarlas. “Soy yo, ellas, las que tenemos una vida mejor, con estudios y desempeños laborales exitosos, reconocidas, con frecuencia feministas, viviendo más de lo que una imagina atropellos y violencias cotidianas, psicológicas, que disminuyen talentos ¿Cómo expresarlo?, ¿cómo hacerlo comprender, como entenderlo?”, se decía, porque ese es el gran freno a la solución o la disminución de la tragedia humana de las violencias feminicidas y violación sistemática a los derechos humanos de las mujeres. Veremos.


Periodista, editora de género de la OEM y directora del portal informativo semmexico.mx