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Miles de brasileños se volcaron en masa para despedir al mayor jugador de fútbol de la historia, ‘O Rei’ Pelé, quien falleció el pasado jueves a los 82 años de edad.
La fila se extendió por más de dos kilómetros, serpenteando por varias cuadras en torno al estadio Vila Belmiro, donde se abrió la capilla ardiente al público.
Los aficionados pasaron varias horas en la fila, bajo un sol abrasador en pleno verano brasileño, para poder ver durante unos breves segundos el cuerpo sin vida del tres veces campeón mundial.
El féretro descansaba bajo una carpa blanca en el centro de este estadio centenario, construido en 1916, que se sitúa en un barrio residencial de casas bajas y calles estrechas, ahora decoradas con banderas y carteles que lo recuerdan.
El alcalde de Santos, Rogério Santos, calculó, de manera un tanto exagerada, que cerca de 300 mil personas podrían pasar por el velatorio, que permanecerá abierto hasta la mañana de este martes.
Eso supondría un flujo constante de más de 200 personas por minuto, pero para el desespero de muchos, la fila avanzaba a un ritmo bastante más lento.
No obstante, la ciudad de Santos, de 430 mil habitantes, se volcó para despedir a su mayor ídolo. Otros muchos brasileños se acercaron principalmente desde una megalópolis como Sao Paulo, ubicada a 80 kilómetros, y desde otras ciudades más distantes.
Júlio César Júnior, de 73 años, dijo que pasó más de dos horas en la fila para homenajear a Pelé, cuya carrera siguió con pasión desde que era niño.
“Pelé lo merece. Sigo a Pelé desde que él tenía 19 años y yo 10. Vi el gol histórico que hizo en la calle Javari (de Sao Paulo) contra la Juventus, yo lo vi”, dijo Júnior.
Ese histórico gol data de 1959 y no fue grabado por las cámaras de televisión. Se cuenta que Pelé hizo tres sombreros para zafarse de tres defensas rivales, antes de anotar de cabeza.
Para Santos, Pelé supone algo más que para el resto de los brasileños, puesto que el tricampeón mundial fue responsable de poner en el mapa del mundo a la ciudad y a su club de fútbol.
Anteriormente, Santos solo era sinónimo de una ciudad mediana que había crecido en torno al mayor puerto de Brasil, poblada por humildes estibadores y por ricos barones que medraron con el comercio internacional de café.
Pero con Pelé llegó la magia, y el nombre de Santos quedó vinculado para siempre con el arte de tratar bien al balón y con el carisma de Edson Arantes.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, al llegar al funeral, destacó que Pelé tuvo “la suerte de hacer algo que muy poca gente en el mundo puede hacer: tocar el corazón de la gente”.
Una de esas personas es Aída Lúcia Santos, quien no dudó en aguantar la fila interminable y el tórrido calor veraniego para saludar por última vez a Pelé.
Aída dijo que Pelé para ella fue “todo”, puesto que trabajó durante quince años en el estadio Vila Belmiro cuando el exfutbolista ocupó un cargo directivo.
Los brasileños tendrán de tiempo para dar el último adiós a Pelé hasta las 10:00 horas locales de este martes, cuando se cerrará el velatorio y se realizará un cortejo fúnebre que recorrerá todo Sao Paulo, antes de dirigirse al cementerio, donde se realizará una ceremonia privada.