La comparecencia de Mario Delgado en el Senado dejó una frase que ya circula en todos lados: “Los niños que no nacen no van a la escuela”. Con eso intentó explicar la caída en la matrícula del ciclo 2024–2025.
Sí, México tiene menos nacimientos. Pero usar esa línea como explicación central de la crisis educativa distorsiona el problema. La baja natalidad existe. El abandono escolar también. Y este último pesa mucho más.
LA REALIDAD
En el ciclo 2024–2025 casi un millón de estudiantes dejaron la escuela. El golpe más fuerte está en la media superior. La tasa nacional de abandono llega a 30.9%. En modalidades técnicas rebasa el 50%. Hay estados donde la deserción acumulada supera el 90%, según una investigación de El Universal.
Frente a estos números, la explicación demográfica queda pequeña. La crisis educativa está en la puerta de las escuelas, no en los registros civiles.
México sí vive una transición. Nacen menos niños. La población envejece. Nadie discute eso.
Lo cuestionable es usar esa transición para minimizar una crisis que viene de antes de la pandemia. La realizada, es que el argumento demográfico sirve para no asumir responsabilidad ante un abandono que no cede.
Si nacen menos niños, la matrícula tendría que caer de manera gradual. Lo que vemos es otra cosa. Un desplome que coincide con problemas de infraestructura, falta de conectividad, rezago en educación indígena y cambios curriculares sin evaluación.
¿Y NUESTROS VECINOS?
América Latina vive una crisis parecida. Fue la región que más tiempo mantuvo cerradas las escuelas durante la pandemia. El Banco Mundial calcula que 17 millones de estudiantes perdieron la mitad de los días efectivos de clase.
Los resultados PISA lo confirman. Tres de cada cuatro jóvenes latinoamericanos están por debajo del nivel básico en matemáticas. Más de la mitad se rezaga en lectura.
México está abajo incluso dentro de ese grupo. Retrocedimos en las tres áreas evaluadas. Volvimos a niveles similares a los de hace dos décadas. La frase es dura, pero cierta. Llegan a la escuela, pero no aprenden.
Países comparables como Chile y Uruguay mantienen asistencia arriba del 95% a los 15 años. México llega al 77%. En esos países, entre 36 y 38 de cada 100 jóvenes dominan lo básico. Aquí apenas 23.
La diferencia no se explica por milagros. Invierten más. México destina alrededor de 2.9% del PIB a la educación. La recomendación internacional es del 4 al 6%. La región promedia 4.9%.
Con menos inversión, menos continuidad y menos evaluación, los resultados eran previsibles.
EVALUACIÓN EXTERNA
En 2019 desapareció el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Lo sustituyó Mejoredu, que hoy ya no opera y cuyas funciones pasaron a la SEP.
Lo más grave es que este año supimos que la SEP borró los acervos digitales del INEE y Mejoredu, dejando fuera de acceso público más de veinte años de información educativa.
Sin evaluaciones regulares no hay forma de medir avances ni retrocesos. México quedó a ciegas justo en el momento en que más necesitamos datos.
Delgado puede repetir que nacen menos niños. Es cierto. Pero también es cierto que estamos perdiendo a los que sí nacieron. Eso ya no se explica con demografía. Se explica con falta de voluntad y apatía por el futuro de México.
EL DATO INCÓMODO
México concentra 23 de las 28 muertes por sarampión en la región y mantiene transmisión activa en 27 estados. Con 5,241 casos acumulados, el país podría perder su estatus de libre de sarampión si no corta el brote en 12 meses. ¿Consecuencias de los recortes en salud?




