Natalia Escalera y cómo se erigió como leyenda sin medalla en París 2024: “Era una oportunidad en la vida”

En París, Natalia Escalera, con un ligamento plantar destrozado, compitió lesionada en la Bercy Arena, saliendo entre lágrimas y cargada por su entrenador Pável Oceguera.



Foto: Luis Garduño / ESTO

Enviado / París, Francia.- Natalia Escalera apenas y puede apoyar el pie izquierdo al caminar. Lo mantiene cubierto con un vendaje que tensa su ligamento plantar, mismo que se destrozó un día antes de cumplir el sueño de competir en unos Juegos Olímpicos. En la Bercy Arena salió entre lágrimas y cargada por su entrenador Pável Oceguera, luego de realizar su rutina lesionada a pesar de que los doctores le dijeron que no era posible.

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Pero no les hizo caso. Su deseo por ser partícipe de una justa olímpica era más grande que el dolor. Y a pesar de lo diezmada que estaba físicamente, todas maneras, la nacida en Ensenada, Baja California, logró la mejor puntuación de las gimnastas mexicanas en la rotación 3 de la subdivisión 1 de las barras asimétricas con 12.800, por encima de Alexa Moreno con 12.633 y Ahtziri Sandoval con 12.266; así como Rifda Irfanaluthfi de Indonesia con 9.166.

“La experiencia fue única y sinceramente decidí competir a pesar del riesgo, porque uno nunca sabe si son sus primeros o últimos Juegos. A pesar del dolor que traía, alcancé a disfrutar el escenario, la energía y vibra de la gente, es un analgésico que me ayudó a resistir el dolor. Puede ser algo de todo, son cosas que uno no se espera porque venía sana hasta el campamento en Madrid, pero Dios pone y dispone, y las lesiones pasan”, dice la joven de 22 años un día después de su heroica exhibición.

La sudcaliforniana apenas pudo terminar la rutina más importante de su carrera, alzó estoica los brazos mientras sus lágrimas se escurrían por el tapiz. Y de esta manera, aquella pequeña que miraba con ilusión el televisor durante Londres 2012, demostró en París 2024 que existen otros caminos para alcanzar la gloria olímpica, aunque no sea en el podio.

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“El día anterior dije que no iba a participar; no podía caminar siquiera. Al día siguiente dije que lo intentaría una última vez, así que me levanté y caminé, mal, pero era una oportunidad en la vida. Tenía miedo de romperme otra cosa o lastimarme más y tenía miedo de competir, pero fue la decisión el competir. A este punto ya sabes lo que se puede hacer y lo que no, ahora está más claro todo lo que se debe hacer. Tengo un desgarre de un gemelo y un esguince en el pie derecho, son comunes y para poder competir me infiltraron. Luego fue la rotura plantar y dijeron que para recuperarme eran tres meses, pero con fisio y todo, en un mes y medio podría estar de vuelta”, explica.

La molestia se le transformó en tortura y el epítome de su tragedia se fraguó al término de su rutina, cuando aterrizó plantada en ambos pies en el suelo y se soltó a llorar. Pero, sin imaginarlo, se erigiría como una heroína nacional que ha dado una lección de honor y un motivo para sentir el más profundo orgullo por una atleta que ejemplificó esa inquebrantable fuerza de los mexicanos.

“Yo no sabía el impacto que iba a tener en México, pero se siente superbonito el apoyo y respaldo de todo el país, de hombres y mujeres que se unen en apoyo. Claro, yo vi todas las publicaciones y hasta memes de que me quieren mucho, y la verdad es increíble, superbonito, no sabía el impacto que iba a tener, me siento feliz y contenta y arropada por mi México”, reconoce.

Su historia es solo comparable con esas gestas heroicas como la del exmaratonista tanzano John Stephen Akhwari, quien en los Juegos Olímpicos de México 1968, llegó en último lugar después de sufrir una lesión, pero a pesar de estar lastimado, llegó a la meta por el simple honor de no defraudar a su país.

“Hablé con mi familia que obviamente tenía roto el ligamento. Ellos en todo momento me apoyaron de que la decisión que yo tomara sería la correcta, entonces todo el apoyo de mi familia. Sinceramente, estaba muy en shock por lo que estaba pasando, pero había gente mexicana por todas partes (de Bercy Arena) gritando, era una sensación increíble. A pesar el dolor era una gran felicidad por todo el público mexicano”, sentencia.