No todos los muertos tienen calaveritas

28, octubre 2022

GERSON HERNÁNDEZ 

No a todos los muertos se les dedican calaveritas, ni mucho menos son merecedores de una ofrenda con mole y cerveza. El año pasado fallecieron un millón 122 mil 249 mexicanos (42.3% mujeres), más de 35 mil que en 2020, de los cuales el 92.5% se fueron al más allá a causa de enfermedades y problemas relacionados con la salud, y solo el 7.5 % por accidentes, homicidios y suicidios. El Covid-19, las enfermedades del corazón y “la diabólica” encabezan las causas de terror. En hombres, los homicidios representaron la sexta causa de muerte, de acuerdo con el INEGI al mando de Graciela Márquez.

En nuestro país la picardía mexicana y la literatura explican la relación con la muerte. Octavio Paz hablaba de “calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos artificiales, nuestras representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la humana existencia. Adornamos nuestras casas con cráneos, comemos el día de los difuntos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona”.

Asimismo, las calaveritas literarias se caracterizan por la sátira, picardía e ironía; y una composición de versos rítmicos. Además, casi siempre van acompañadas de caricaturas del tema o la persona en la que se inspiró la burla. Dicen los que saben que su primer antecedente fue en 1792 en ´La portentosa vida de la muerte´ de Fray Joaquín Bolaños. Pero se publicó la primera en el periódico jalisciense “El Socialista” de José Indelicato, donde se “criticaba a la alta sociedad por querer asemejarse a las élites europea… a su vez, la crítica tenía una función de reclamar injusticias o buscar un bien común”.

Los primeros caricaturistas de la muerte fueron: Constantino Escalante, Santiago Hernández y Manuel Manilla, quienes a menudo satirizaban a los oaxaqueños Porfirio Díaz y Benito Juárez; y a Sebastián Lerdo de Tejada. Sin embargo, el crack de cracks fue el grabador José Guadalupe Posada quien afirmó un dogma: “La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”.

Para la Casa Universitaria del Libro de la UNAM: “Sus ilustraciones más populares, partían del uso de la figura de la calavera o calaca, como una forma de representar al pueblo mexicano, retrataron con sátira tanto las desigualdades y el sufrimiento, como los excesos del pueblo mexicano”. Respetable público si ustedes componen calaveritas y no son perfectas, no se preocupen, ya que el escritor Adán Cabral Sanguino dice que: “Lo importante es reírnos un poco de ciertos políticos funestos que han hecho de México un cadáver económico y social”. Así que va una como conclusión:

Nuestro Checo Pérez tenía una singular porrista,

Era la flaca disfrazada de mexicana muy bien vista, porque era americanista,

El Checo ya casi llegaba a la meta y el público coreaba,

Ese mexicano es la neta, mientras la flaca le chiflaba.

P. D. A Claudia Sheinbaum refiriéndose a su ausencia al Gran Premio de la Fórmula 1. “A mí no me gusta ir a esos eventos. Ya ven que nosotros estamos en contra de los privilegios”.

La muerte tilica y flaca carcajeaba sin parar

Porque Claudia ya se veía en Palacio Nacional

Pero ni con Grupo Firme la lograba cautivar

¡Esa jefa de gobierno no hacía a nadie bailar, y mucho menos votar!

Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM. Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco