Normalicemos lo normal

FLOR YÁÑEZ La Declaración Universal de los Derechos Humanos es el documento que más ha contribuido en la historia de la humanidad a la protección y garantía de los derechos fundamentales.  Elenanor Roosevelt presidió el Comité de Redacción y René Cassin le dio forma al proyecto final. Tiene la estructura de un pórtico de un

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FLOR YÁÑEZ

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es el documento que más ha contribuido en la historia de la humanidad a la protección y garantía de los derechos fundamentales.  Elenanor Roosevelt presidió el Comité de Redacción y René Cassin le dio forma al proyecto final. Tiene la estructura de un pórtico de un templo griego.

El artículo primero y segundo representan el basamento y corresponden a los principios de dignidad, libertad, igualdad y hermandad: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, religión…”. Es decir, si los cimientos del pórtico no están sólidos, difícilmente podremos construir una sociedad que nos acerque al ideal de crear una cultura de paz universal y respetar los límites y el orden del individuo en la sociedad, correspondientes al techo del templo previstos en los artículos 28 al 30.

Un grupo fuertemente vulnerado desde la cimentación, es la población LGBTI + porque en México, culturalmente la sola apariencia causa prejuicios, estereotipos y resistencia. Posteriormente, enfrentan obstáculos sustantivos en el ejercicio de todos los derechos como acceso a educación, trabajo, salud, inclusión y el libre desarrollo de la identidad. Ello conduce a discursos de odio que eventualmente se traducen en violencia y asesinatos.

Así como ahora se reconocen los feminicidios (finalmente) es decir, matar a una mujer por el sólo hecho de ser mujer, también deberían reconocerse los transfeminicidios (asesinatos de mujeres transexuales y/o transgénero) por su alta incendia con características especiales. Una persona LGBTI + tiene la misma capacidad que una persona heterosexual para ocupar cualquier cargo público, pero lamentablemente, existe una profunda violencia cultural y estructural que les coloca al final de la escalera para acceder a la igualdad de oportunidades. Es común leer en redes a personas en contra del lenguaje inclusivo que acuña el femenino en las oraciones, por ejemplo, cuando se refiere a una mujer como presidenta y gobernadora o simplemente decir todos y todas. Ahora, cundo se añadió el “todes”, causó terror.

Una de esas personas fue Lili Tellez, quien, dentro de su sistema limitado de creencias, considera que no es correcto incluir a una persona con ese pronombre, porque la RAE dice otra cosa. A lo mejor lo ignora, pero su comentario es tremendamente violento.

A una persona no binarie por lo general, no le interesa verse como hombre ni como mujer, porque no se identifica dentro de estas casillas revistas de estereotipos de género absurdos construidos socialmente. Está bien y debe respetársele su identidad, porque tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad y libertad sexual. 

La pregunta antes era: ¿estará México preparado para una mujer presidenta? Ahora vemos que es probable que sí. La pregunta ahora es: ¿Estará México preparado para tener una presidente trans, gay o no binarie? Evidentemente no, pero puede cambiar en un futuro. De ahí la importancia de continuar con las luchas por los espacios de decisiones, educar desde temprana edad a las infancias y adolescencias para eventualmente, ver normal la normalidad.  

Los cambios culturales son complejos, pero podemos empezar por el lenguaje en el imaginario colectivo y aprender a respetarnos los unos a los otros, sin importar las diferencias.

Yanez_flor@hotmail.com