GUSTAVO MARES
Foto: Reuters
El mundial de Qatar 2022 es diferente al resto de las justas balompédicas en el planeta y es que a diferencia de otros países en esta tierra árabe no se vende la tradicional y deliciosa cerveza.
Los aficionados al deporte de las patadas y al ‘elixir’ de cebada se sienten incómodos por la prohibición sobre el alcohol, que entró en vigencia apenas un par de días antes del arranque de la justa mundialista.
En este marco, el público asistente sólo tiene dos opciones, tomar refresco o cerveza sin alcohol.
En los pasillos hay mucho orden. Los aficionados que siguen a las selecciones de Ecuador y Qatar celebran y hacen ruido, pero todo bajo un estricto orden.
En cuanto a los precios, un vaso de refresco tiene un costo de quince reales cataríes, alrededor de ochenta pesos mexicanos.
A diferencia de otros escenarios mundialistas no hay patrocinadores ni fiestas ruidosas en los alrededores del estadio.
En Qatar la policía monta a camello, algo sui generis para los visitantes americanos.
Sin cerveza y los precios por las nubes es claro que Mundial de Qatar se disputa sobre el desierto, pues aunque hay mucho dinero, salvo por lo estrictamente deportivo, no hay más por hacer en aquellos lares.
