Sara Lovera
La periodista catalana Alicia Oliver le hizo una larga entrevista a Lucha Castro, una abogada y activista de Chihuahua quien durante casi tres décadas ha luchado contra el feminicidio. Quien vivió cómo fue que surgió la palabra feminicidio en México, o el asesinato de una mujer sólo por ser mujer. Ella sabe cuántas cosas ha realizado la sociedad civil, el movimiento feminista y las legisladoras para que este crimen insultante esté en el pensamiento y la memoria en millones de personas.
Cuando leí la entrevista me di cuenta cuánta falta de conocimiento, compromiso y emoción hay en la clase política, que actúa y se conduce sin interés sobre un fenómeno que tiene como fondo sustantivo la discriminación de la mitad del mundo que somos las mujeres. De qué tamaño es su impericia, vaya, ni siquiera recuerdan que las mujeres de Ciudad Juárez, nos alertaron hace 30 años sobre lo que significa y lastima el feminicidio a la democracia.
Vi que reina la banalidad, tanto en áreas de “investigación”, como de estadística o difusión de cifras inconexas que no explican el fondo de esa violación a los derechos humanos. Es dolorosa la incomprensión. Ni idea de cómo atajarlo o erradicarlo; hoy vemos sólo acciones disparatadas desde la oficialidad que muestra escasa sensibilidad e ignorancia sobre el origen de la violencia contra las mujeres. Mientras los gobiernos, buscan ocultar la realidad o la justifican.
En los últimos años en México no hay escucha para las familias lastimadas, para las madres organizadas, ni para quienes acompañan a esas madres o familias. Y algo, más grave, es el desprecio a la denuncia, a la lucha por la justicia, indiferencia al dolor, cómo si éste no fuera una expresión política.
Carecen de memoria sobre la lucha emprendida por las mujeres para la erradicación de este crimen, difundiendo qué es lo que produce tantas muertes -cerca de 20 al día-, y me ofende la discusión cuando se discute si es o no “un feminicidio”, con argumentos miserables, sostenidos en una ideología patriarcal.
La discriminación y la violencia contra las mujeres no puede banalizarse. Veo al funcionariado público justificando sistemáticamente su incapacidad; no encuentro un debate profundo, ¿Por qué se violenta a las mujeres, porque se las asesina?, ¿qué significa la violencia feminicida contra la mitad de la población? No. Más bien los gobiernos desprecian a quienes advierten, todos los días, la idea equivocada de la diferencia sexual y cómo ésta entraña a la violencia feminicida.
La actual administración derrumbó la política de la capacitación, la enseñanza y la atención para caminar hacia la paz verdadera; no le importa que urge instalar un pensamiento que cambie en millones de cerebros patriarcales, en cuerpos de hombres o mujeres para atajar la afirmación cotidiana del sistema patriarcal.
Banalizan el contenido, el crimen, las conductas militaristas y horrendas. No reconocen que ese es el caldo de cultivo para la violencia y la impunidad.
Escucho perpleja, la cantaleta oficial, “se las apoya” y “no hay impunidad” eso y nada es igual. Urge buscar el antídoto, es obligación del Estado y sus gobiernos.
Es fútil el discurso vacío de la no violencia contra las mujeres, mientras se yergue el autoritarismo, la reyerta y la polarización política. Veo a las mujeres en el poder aplaudiendo las medidas policiacas y militares. ¿Por qué les sorprende que las nuevas feministas protesten? ¿Por qué las reprimen?, hoy una buena lectura puede ser esta experiencia de Lucha Castro: https://www.semmexico.mx/lucha-castro-colocamos-en-la-agenda-internacional-el-fenomeno-del-feminicidio/ para recuperar la memoria o enterarse, ahora que tantas mujeres gobiernan y otras muchas quieren gobernar.
Veremos.
*Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx