Pepe Mujica: de la austeridad al austericidio

La ‘austeridad’ oficial en México contrasta con la vida real de sus funcionarios: mientras rinden homenaje a Mujica, acumulan lujos y recortan servicios básicos para el pueblo


Juan Ortiz

La muerte de José Pepe Mujica desató homenajes sentidos en todo el mundo. En México, el Congreso se puso de pie, los partidos aplaudieron su legado… y Morena se apropió de su austeridad.

Pero basta ver los patrimonios de sus legisladores, las joyas de sus secretarios y los autos de sus funcionarios para entender que aquí la austeridad es sólo un discurso bonito.

Ese contraste nos hace preguntar: ¿qué entienden por austeridad quienes nos gobiernan? Y, peor aún: ¿austeridad para quién?

DEL DISCURSO A LA HIPOCRESÍA

La presidenta Claudia Sheinbaum, como lo hizo antes López Obrador, pidió a sus funcionarios vivir en la “justa medianía“. Y el partido que la respalda prohibió usar ropa de marca, relojes caros, joyas, jets y camionetas blindadas. Todo muy bonito… en papel. Pero luego lees reportajes, ves declaraciones patrimoniales, y la realidad se desmorona.

Relojes de más de un millón de pesos. Esculturas de artistas cotizados. Casas de 40 millones. Autos eléctricos de lujo. Acciones en empresas. Naves industriales. Y todo eso, mientras se presume vivir “como el pueblo“.

Mujica no necesitó disfrazarse de austero. Vivió en una chacra, manejaba su vochito, comía en casa. Donaba el 90% de su salario. Rechazó la residencia presidencial. Cultivaba flores con su esposa.

Y aquí, mientras se le rinde homenaje, los mismos que aplauden su legado viven en cotos privados, rentan helicópteros y acaparan joyas.

Se presume una “transformación“, pero lo que vemos es acumulación. En lugar de museos, relojes suizos. En vez de escuelas, casas en la playa. La ‘4T‘ tiene más colecciones privadas que hospitales nuevos.

La oposición también presume austeridad, pero declara ranchos, empresas y autos de lujo. Lo que hay es una clase política que dice vivir con poco… y acumula como pocos.

POBREZA FRANCISCANA

En 2025, México recaudó como nunca: más de 1.5 billones de pesos en tres meses. ISR e IVA rompiendo récord. Todos aportamos más. Pero en lugar de reflejarse en servicios públicos, se fue en deudas y subejercicios.

Tan sólo en salud, dejaron de gastar más de 45 mil millones de pesos. Hablamos de una sala de urgencias sin insumos. Es una mujer esperando quimioterapia. Es un niño sin vacunas.

Mientras tanto, los megaproyectos presidenciales no dejaron de tragar dinero. Tren Maya, Dos Bocas y AIFA ya acumulan un sobrecosto de 673 mil millones, según México Evalúa. Obras que hoy arrastran deuda, opacidad y dudas.

Hoy, cada mexicano ya carga con más de 135 mil pesos en deuda pública. Sólo en intereses, en los primeros meses del año, se pagaron 221 mil millones. Más de lo que se gasta en agricultura, medio ambiente, energía o seguridad.

Y no, no es culpa de gobiernos pasados. Según la SHCP, el 95% del endeudamiento nuevo es de este año. Es actual. Es aprobado por este gobierno.

¿Entonces? Si creyeran en la austeridad, no recortarían en salud, educación o seguridad. No habría sobrecostos brutales en elefantes blancos. Tampoco habría megadeudas para cubrir hoyos fiscales.

Pepe Mujica no necesitó de una oficina fastuosa para hacer historia. Tampoco necesitaba relojes caros para saber qué hora era. Aquí, en cambio, la austeridad murió a manos de quienes se aprovecharon de su memoria.

EL DATO INCÓMODO

El Tren Maya cerró su primer año con pérdidas por 2 mil 561 millones de pesos, según sus propios estados financieros. Ingresó apenas 275 millones por boletaje y souvenirs, mientras gastó 2 mil 837 millones en operación. La diferencia fue cubierta con 13 mil millones de pesos en subsidios federales, mediante un fideicomiso. “Va lleno“, presumía la presidenta Sheinbaum.