Plan Michoacán: aquí vamos otra vez

Sheinbaum presenta el Plan Michoacán tras el asesinato del alcalde Manzo. Promete seguridad, desarrollo y justicia en el estado más violento de México


Juan Ortiz

El asesinato del alcalde Carlos Manzo obligó a la presidenta Claudia Sheinbaum a voltear hacia uno de los estados más violentos. Ayer presentó el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, una estrategia que combina presencia federal, desarrollo económico y cultura de paz.

Con ello busca decir que Michoacán no puede seguir solo. Pero en el fondo, este plan también es un reconocimiento implícito del fracaso de López Obrador en la región.

RECONOCER EL DESASTRE

El plan de Sheinbaum parte de la idea de que la seguridad no se logra con guerras, sino con justicia y desarrollo. Se basa en tres ejes: seguridad y justicia, desarrollo económico y educación y cultura para la paz.

Anunció mayor presencia federal, la creación de una Fiscalía de Delitos de Alto Impacto, reuniones quincenales del gabinete de seguridad, oficinas presidenciales en Uruapan y un sistema de alerta temprana para alcaldes. Además, prometió “cero impunidad” en el caso de Manzo y un compromiso de no usar políticamente la tragedia.

En el terreno económico, el plan plantea salarios dignos para jornaleros agrícolas, inversión en caminos y servicios básicos, y polos de bienestar que generen empleo. En el eje educativo, busca reconstruir el tejido social con escuelas de cultura de paz y programas de reinserción para jóvenes.

Suena bien, pero no se entiende sin mirar atrás.

SEXENIO DE ABRAZOS

Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dadas a conocer por el periodista Arturo Ángel, Michoacán vivió el sexenio más sangriento de su historia bajo López Obrador: 13 mil 405 personas asesinadas entre 2019 y 2024, más que en los gobiernos de Calderón y Peña Nieto juntos. También documentó que 2021 fue el año con más homicidios registrados en el estado: 2 mil 696 víctimas.

La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu) confirma el miedo: 82.6% de los uruapenses dice sentirse inseguro, una cifra que mantiene a la ciudad entre las diez más peligrosas del país. En contraste, Culiacán, con cifras similares, tiene despliegues federales permanentes. Uruapan no.

Sheinbaum lo sabe. Por eso su plan es, en los hechos, una corrección tardía de la estrategia de “abrazos, no balazos”.

EXPRESIDENTES Y SU GUERRA

Varios expresidentes prometieron pacificar Michoacán y todos fracasaron. Fox vio nacer a La Familia Michoacana y no actuó. Calderón inició allí su guerra contra el narco en 2006. Peña Nieto mandó a Alfredo Castillo con su Plan Michoacán en 2014 y terminó alimentando el caos. López Obrador llegó con discursos de abrazos y programas sociales, pero dejó un cementerio más grande que nunca.

Ahora Sheinbaum intenta otra fórmula: inteligencia, justicia y desarrollo. Dice que la guerra no sirve, pero tampoco la pasividad. Suena a punto medio, ¿será suficiente?

PAZ LEJANA

Michoacán es un tablero complejo: un puerto estratégico, sierras impenetrables y economías criminales que van del aguacate al hierro. Es un estado donde la geografía y la pobreza alimentan al narco. Cada colina puede ser un escondite, cada hectárea una fuente de extorsión.

Otros países han logrado revertir escenarios así. Colombia lo hizo con fuerza legítima, justicia y desarrollo sostenido. Sheinbaum dice buscar un camino propio. Salvador con mano dura. Si logra cambiar esa situación, habrá hecho historia. Si no, el plan por la paz será sólo otro capítulo más de la guerra eterna.

EL DATO INCÓMODO

Por cierto, el anuncio de Sheinbaum del Plan Michoacán no vino acompañado de un anuncio de recursos. Y en la discusión del Presupuesto 2026, ningún diputado oficialista presentó una propuesta específica para financiarlo. El plan existe en discurso, pero no en dinero.