Por las mujeres: esperanza 

Las mujeres enfrentan deudas históricas en políticas sociales, mientras en la Ciudad de México, su labor ha sido clave en protestas y luchas.



Inmensas son las deudas de este sistema con las mujeres. Para las académicas o activistas una política social mira a las más pobres, quienes históricamente se han quedado atrás. Pero en discriminación somos muchas más.

La Ciudad de México durante décadas fue el centro político, social y económico del país, donde se construyó el espacio de trabajo y explotación económica para millones de mujeres. Cómo olvidar a las taponeras, las costureras, las dependientes en el comercio, las cigarreras del Buen Tono, obreras siempre presentes en protestas sindicales, en huelgas, demandas y negociaciones.

Aún duele la condición de las costureras revelada en 1985. Tanto como la de las telefonistas, telegrafistas, burócratas, todas determinantes para el crecimiento económico y la productividad de la capital, tanto como las emprendedoras, esa masa femenina de la informalidad. Una faena inolvidable fue la de las trabajadoras de los bancos.

Hoy estamos en el teletrabajo, las agencias de relaciones públicas, los servicios y otras, actividades feminizadas. Encima hacemos posible la buena vida en la familia y la sociedad, con tareas invisibles, no remuneradas, en la otra línea de ensamble. Como amas de casa, con dobles o triples jornadas de trabajo.

Por ello el halo de esperanza por el nombramiento de Inés González Nicolás, asignada a la Secretaría del Trabajo de la ciudad, por Clara Brugada Molina. Inés inició su carrera sindical cuando el presidente José López Portillo nacionalizó la banca en 1982. Es sindicalista de cuerpo completo y es muchos títulos, pero sobre todo tiene conocimiento. Sabemos que conoce el campo y sus entramados. Nutrida por la visión feminista, desde los años 80 contribuyó a la larga disputa por el reconocimiento a las trabajadoras por patrones y dirigentes sindicales. Participó en los grupos autónomos discutiendo desde el feminismo cómo derribar al charrismo sindical y su machismo; identificando a la violencia feminicida dentro y fuera de los espacios laborales.

Sabe el valor del diálogo al interior de los sindicatos, grandes y pequeños. Conoce los cambios en la Ley federal del trabajo; forma parte del empeño para lograr la representación paritaria en las direcciones sindicales.

Por eso el halo de esperanza. Es tiempo de mirar a las trabajadoras, más allá de la parafernalia de los “apoyos sociales”, hacer real la seguridad y la previsión social para todas. Obreras o universitarias.

Inés González Nicolás tiene experiencia nacional e internacional, dirigió la Federación Nacional de Sindicatos Humanitarios. De conducta y carácter mesurado; cree en la contratación colectiva, en el trabajo decente, en la justicia, las leyes y los convenios internacionales de la OIT.

Al lado de Inés estará otra probada feminista, Daphne Cuevas Ortiz en la Secretaría de las Mujeres, quien además de sus títulos, desde 1993 trabaja activamente en el movimiento feminista nacional y latinoamericano. Ha seguido de cerca los cambios legislativos, como Inés, tiene experiencia en el diálogo y procura la templanza estratégica. Se hizo feminista militante desde jovencita. Cree que esta es la vía para mejorar la condición de las mujeres. También tiene títulos, pero sobre todo conocimiento sobre las mujeres de la Ciudad de México, de sus derechos humanos, políticos, sexuales y reproductivos. No es dogmática.

Ambas se han distinguido en la lucha feminista y la pluralidad en la política de género. Una debe confiar en que las cosas pueden cambiar y será posible evitar que siga creciendo la confrontación y la indiferencia frente a la sociedad civil y los grupos de mujeres feministas. Ojalá y la esperanza que ahora me mueve se convierta en realidad. Veremos.

*Periodista. Editora de Género en la OEM, directora del portal informativo http://www//sememexico.mx