¿Por qué las big techs son seducidas por la derecha?

Las plataformas digitales usan algoritmos para retener usuarios, influir en discursos y moldear la percepción de la realidad, priorizando ingresos publicitarios



Las plataformas digitales han redefinido la interacción humana, convirtiendo al smartphone en una extensión del individuo. Revisar tendencias en X, ver videos en YouTube o deslizar en Instagram es resultado de un complejo sistema algorítmico diseñado para maximizar la permanencia del usuario y, con ello, aumentar los ingresos publicitarios de las empresas tecnológicas. Sin embargo, estos algoritmos no son neutrales: determinan qué discursos se amplifican y cuáles quedan relegados, moldeando la percepción de la realidad.

En el último mes, los dueños de las big techs (Google, Meta, X, YouTube, entre otras) han ajustado el diseño de sus algoritmos en función de intereses políticos y económicos. Su intención es congraciarse con la nueva administración de Donald Trump, quien entiende perfecto que la guerra más importante es la ideológica; territorio en el cual los corporativos tecnológicos, con tal de amplificar su poder y rentabilidad, están abiertos y disponibles a inclinarse hacia la derecha. 

Este viraje ha quedado reflejado en varias medidas que han tomado recientemente:

-Reducción de la moderación y revisión de contenido: hay mayor permisibilidad en discursos que antes se categorizaban como desinformación o incitación al odio. Como resultado, se han amplificado narrativas de extrema derecha y contenido políticamente sensible sin restricciones. Por ejemplo: Mark Zuckerberg, de Meta (WhatsApp, Instagram y Facebook), eliminó la política de verificación de la información. 

-Ajustes en los algoritmos de recomendación: se ha incrementado la visibilidad de contenido afín a la derecha política. No es casualidad que, en el feed de X (antes Twitter) -plataforma propiedad de Elon Musk, uno de los principales asesores de Trump-, los mensajes con discursos xenófobos, racistas y homofóbicos sean los que adquirieron mayor exposición. 

-Manipulación en Instagram: reportes han señalado que la plataforma “recomienda” de manera reiterada a los usuarios seguir cuentas de los nuevos funcionarios de la administración Trump. Incluso, existen reportes de que una vez que es rechazada esa sugerencia, al paso de horas o días, insiste. Entre los perfiles que se apuntalan están el vicepresidente JD Vance. 

-TikTok como herramienta política: Trump conquistó el voto de los jóvenes mediante esta plataforma china. En respuesta, la nueva administración ha considerado levantar las restricciones impuestas durante el gobierno de Joe Biden, reconociendo su utilidad en la comunicación política y su impacto. 

El impacto de esta dinámica no es exclusivo de Estados Unidos. En México, la opinión pública está marcada por estrategias digitales cada vez más sofisticadas, en donde el nuevo ecosistema de medios ha demostrado su capacidad para influir en la fabricación de percepciones. La manipulación algorítmica no solo amplifica ciertos discursos políticos, sino que también contribuye a la erosión del debate democrático, un fenómeno que no distingue fronteras.

La convergencia entre big techs y proyectos políticos de corte populista redefine el equilibrio de poder, dejando a los ciudadanos en una posición cada vez más vulnerable frente a la ingeniería del contenido. No se trata solo de México o de Estados Unidos: la polarización digital es un fenómeno que impacta a miles de millones de personas en todo el mundo. 

En un escenario donde las corporaciones tecnológicas priorizan la rentabilidad sobre la neutralidad informativa, la pregunta clave es si las sociedades podrán desarrollar mecanismos para recuperar el control sobre la conversación pública o si quedarán atrapadas en una espiral de desinformación y confrontación sin retorno. 

Apunte: mi agradecimiento sincero a Guillermo Ortega, director de este periódico, por este valioso espacio. Su compromiso con la información y el diálogo enriquecen la conversación sobre temas fundamentales para nuestra sociedad.