Reforma electoral: ¿Golpe de estado?

14, diciembre 2022

CATALINA NORIEGA

Así la calificó Porfirio Muñoz Ledo, uno de los pocos políticos de cuerpo entero, que quedan intocables. Se refirió a la propuesta de Iniciativa de AMLO, aderezada con el espeluznante mamotreto de la reforma conocida como la B o Ley Venganza. 

No se anduvo por las ramas quien conoce al tabasqueño al derecho y al revés. Hay un grueso, de los incondicionales del emperador de palacio, que piensan que Porfirio habla por ”ardido”,  por el enojo que le causó que no le dieran la prometida Embajada de Cuba. Podría haber algo, pero la lucidez de su análisis confirma que AMLO comete un atentado.

El tlatoani transparenta el miedo. Está convencido de que van a perder las próximas elecciones -sobre todo las del 24- y en ese delirium tremens que lo hace contemplarse como el creador de una transformación, está dispuesto a cualquier cosa con tal de conservarla.

Este peligro se veía venir y cada día se vuelve más notorio. Basta con observar sus cambios de temperamento, la facilidad con la que se molesta y destila ira, los agravios contra todo lo que se le oponga, sus gestos, sus sonrisitas burlonas -auténticas muecas amargas-, en fin, manjar de psicoanálisis y de avezados psiquiatras, que deben estar gozosos con el ejercicio práctico del tirano. 

Cierra el círculo de su problemática inestabilidad emocional, rodeándose de una reducida corte de radicales, igual de fantasiosos que él, enajenados por doctrinas obsoletas. Fanáticos creyentes de esos mismos “complots”, a los que siempre se ha referido su mesías. 

El punto es que ahora sí se pasó. Destrozar al Instituto Nacional Electoral, por un capricho y una venganza fruto de sus devaneos mentales, es más que inadmisible. El INE es una conquista de la sociedad civil, de todos los mexicanos que, hartos de las marrullerías del partido único (PRI), decidimos crear el organismo capaz de darnos lo que nunca habíamos tenido: elecciones libres y limpias. 

Fue el mismo López y su entonces partido, el PRD, quienes impulsaron lo que ahora califican de absurdo y atacan, desde la impunidad que les da la mayoría simple. 

Lo que no pueden es transgredir la Constitución y, sin embargo, con todo cinismo la violan en este refrendo que hace su fracción de senadores, de la barbarie que aprobaron sus despreciables diputados. 

Inconcebible el papel del secretario de gobernación, siniestro personaje, alcahuete de los deseos del emperador, dedicado a llevar y traer el mensaje palaciego a la recua de cínicos, que cobran a nuestras costillas, cuando sólo trabajan a favor de un hombre. 

Desde instituciones internacionales, hasta exconsejeros electorales, asociaciones de abogados, de la sociedad civil, de empresarios, del resto de los mexicanos con dos dedos de frente, que contemplan horrorizados el trancazo a la democracia, surgen voces en contra, exigiendo se detenga esta carnicería.  A nadie se escucha.

Al momento de escribir estas líneas, aún no lograba concretar la infamia. De suceder acabará en la Suprema Corte, la que tendrá que dirimir la cuestión. En el ínterin Ricardo Monreal sigue por la línea del equilibrista, postura en la que tendrá que definirse ante el menoscabo absoluto de su imagen. 

Bien dice el refrán que no se puede servir a dos amos, así que tendrá que decidir hacia donde se va. Del resto, habría que abrir grandes las puertas de la cárcel para refundir a la recua de traidores, capaces de darle la espalda a México.

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