Saturación y turbulencia: los anuncios en la web

5, mayo 2024

Boris Berenzon Gorn

La experiencia de los anuncios en la web siempre se ha caracterizado por ser poco grata para el usuario, y en la era de las redes sociales la situación, lejos de mejorar, parece agudizarse, al grado de entorpecer por completo la experiencia y conducir al uso de bloqueadores de anuncios que no parecen ser una solución definitiva. Es así en parte porque no todos los sitios ni todas las páginas admiten las extensiones y aplicaciones para bloquear anuncios, y en parte porque puede resultar en la falta de acceso a ciertos contenidos o la descarga de software malicioso.

Además, los bloqueadores de anuncios son una solución paliativa, a nivel usuario, digamos. Esto no se traduce en el mejoramiento de la dinámica de una red cada vez menos privada, donde estamos obligados a la sobreexposición y la compra y venta de productos y servicios. La intromisión que implica el exceso de anuncios en la navegación tiene múltiples efectos negativos y debería ser regulada de manera más seria y contundente, pues, aunque en apariencia parezcan inofensivos, los anuncios en la web guardan una profunda relación con nuestra huella digital y datos personales.

Las quejas en que la mayoría de los usuarios coinciden insisten se basan en la interrupción que implican los anuncios para la navegación, no sólo en sitios web, también en redes sociales y servicios de streaming, lo que modifica la experiencia y puede llegar a convertirla en algo molesto y hasta frustrante. El ejemplo más significativo del momento es el exceso de anuncios en la plataforma YouTube, que ha conducido al abandono masivo y al uso de extensiones para bloquear anuncios, que cada vez son más fácilmente detectadas por la plataforma. Seguramente cualquiera que haya visitado recientemente al gigante del video se habrá encontrado con este incómodo problema.

Y es que los anuncios parecen estar fuera de proporción. Algunos son incluso más largos que el video en que están insertos, si el usuario está distraído podría escuchar tres minutos de campañas políticas o música promocionada por creadores que pagan para darse a conocer. Las interrupciones también se dan en medio del contenido y resultan distractoras e incómodas. En las redes sociales, el problema no es menor. La cantidad de anuncios está aumentando constantemente, los cambios recientes en TikTok han convertido la experiencia del usuario en algo incómodo e intrusivo, sin contar que el contenido suele confundirse con la publicidad, pues los indicadores no siempre son suficientes para distinguir aquel que ha sido libremente creado del que tiene otros fines, sean estos comerciales o políticos.

La navegación en páginas web es de por sí compleja, a ello se suma el exceso de cookies para recabar datos que prácticamente se impone para acceder al contenido, así como las técnicas de clickbait que generan títulos llamativos y a menudo manipuladores para atraer vistas a sitios web que dependen de los anunciantes. En estos sitios, los anuncios no siempre son inofensivos, algunos contienen información falsa, conducen a estafas e incluso exponen al usuario a contenido inapropiado, lo que es más grave si se trata de menores de edad. También es problemático que los anuncios no siempre se muestran como tales, se hacen pasar por contenido libremente creado y pueden derivar en el uso indebido de datos personales e incluso en el contacto con ciberdelincuentes.

Y definitivamente hay una relación entre la calidad del contenido y los anuncios. La saturación publicitaria deriva en un aumento de contenido, pero no siempre en la mejora de su calidad, se basa en el compromiso de los creadores con los intereses monetarios antes que con la información, y en una oferta de difícil acceso, que obliga a los usuarios a ceder ante la publicidad sin opciones reales para regularla o evitarla. El empleo de datos personales que permite mostrar al usuario publicidad más acorde con sus intereses y perfil agrava la situación, pues hace que la navegación sea menos consciente del bombardeo publicitario al presentar los anuncios como parte del contenido usualmente consumido.

Es un hecho que la publicidad en la web no sólo es necesaria, sino inevitable. Muchos sitios y servicios dependen de ella para existir, y aunque hay algunos que dan la opción al usuario de eliminar la publicidad a cambio de suscripciones o pagos que compensen la inversión de los anunciantes, esto no siempre es así, y desafortunadamente, no todos lo valen. Siendo sinceros, escapar de la publicidad parece poco probable, pero al menos es momento de presionar para su regulación.