Sheinbaum, dispuesta a dar la vida por México

La presidenta encabezó la conmemoración del 163 aniversario de la Batalla de Puebla



“El 5 de mayo nos recuerda que el presente y futuro de México es el de ser una nación libre, independiente y soberana. Esa es la historia de generaciones que han dado su vida y de muchas y muchos otros que siempre estaremos dispuestos a dar nuestra vida por amor a nuestra historia, por el legado de patriotas y por el pueblo de México”.

Así lo declaró la presidenta Claudia Sheinbaum en el marco de la conmemoración del 163 aniversario de la Batalla de Puebla”.

Antes de observar el desfile militar en la capital poblana, la mandataria federal dijo que “la historia de México es nuestra gran maestra, y día con día nos recuerda los valores más importantes por los que ha luchado una y otra vez nuestro pueblo: la independencia, la justicia, las libertades y la democracia”.

Hoy, asentó, “recordamos uno de los momentos más patrióticos y conmovedores de la defensa del país. Recordamos una victoria que echó raíces en el corazón del pueblo de México, aquí y en otras latitudes.

Por eso nuestras hermanas y hermanos migrantes que viven en Estados Unidos conmemoran el 5 de mayo como la principal celebración. No hay mexicana o mexicano que no sienta emoción y orgullo al recordar la heroica defensa de puebla en 1862, cuando el ejército mexicano derrotó al que se decía, entonces, el mejor ejército del mundo”.

El siglo XIX, aseguró, “fue definitorio para México en muchos sentidos, aunque desde 1810 el pueblo de México había decidido ser un país independiente, a mediados del siglo XIX los conservadores de entonces buscaban que un rey europeo viniera a gobernarnos. Los conservadores de entonces se resistían a adoptar la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, porque su promulgación representaba el triunfo del bienestar común por encima de los privilegios; significaba la victoria del derecho por encima del abuso; representaba el triunfo de la democracia por encima de la monarquía; representaba la constitución de un estado civil y la defensa de la justicia e igualdad para todos”.

Traidores

Los conservadores de entonces, subrayó Sheinbaum, “traicionando a su patria, fueron a buscar un monarca al extranjero. Su proyecto político había sido derrotado por los liberales y por el pueblo de México, encabezados por Benito Juárez. Después de la Guerra de Reforma, la segunda gran transformación de México, que separó a la Iglesia del Estado, el gobierno liberal juarista encontró disminuida la hacienda pública y se enfrentó a muchas cuentas por pagar. Para pagar las finanzas de la nación, se decretó una pequeña moratoria de dos años para pagar deudas con Inglaterra, España y Francia”.

En un principio, relató, “las tres potencias europeas reaccionaron belicosamente, pero, tras una serie de negociaciones diplomáticas, jornada de diálogo instruidas por Juárez, Inglaterra y España se retiraron de las costas de Veracruz, satisfechas en sus demandas y seguras de que la deuda sería saldada. En cambio, Francia persistió en sus deseos de invadir a México. No lo hacía por la deuda, que en realidad era un monto muy menor, sino porque Napoleón III estaba interesado en establecer una monarquía en México, atraído por la riqueza de nuestro país y engañado por los conservadores de entonces, que le hicieron creer que el Pueblo de México quería un monarca extranjero”.

Ante la amenaza de una invasión armada, recordó, “Juárez ordenó la creación de las guardias nacionales y del cuerpo del Ejército de Oriente. Hay que decir que la dirección de la defensa de México fue ofrecida en principio a otro general, que se rehusó, quizá intimidado por la responsabilidad histórica; en cambio, el general Ignacio Zaragoza aceptó diciendo que triunfaría, seguro de la valentía y el honor de sus tropas”.
Zaragoza, dijo la presidenta, “decidió concentrar sus fuerzas en la ciudad de Puebla y, desde ahí, defender a México. Desde el 19 de abril se registraron algunas escaramuzas entre el ejército mexicano y el invasor, pero fue hasta el 27 de abril cuando las tropas francesas avanzaron sobre Acultzingo, Veracruz, y finalmente el 4 de mayo de 1862 llegaron a Amozoc, Puebla. El general Zaragoza contaba apenas con 4 mil 852 soldados y tenía poca artillería”.

Según se dice, en una junta de generales que tuvo lugar en Puebla el 3 de mayo, Zaragoza, al notar el escaso número de hombres, ordenó a todas las unidades morir en sus puestos si era necesario. El invasor superaba en número a los soldados mexicanos y tenía un menor armamento. Los franceses contaban además con el apoyo de unos cuantos mexicanos intervencionistas”.

Las palabras con las que Zaragoza se dirigió a sus tropas fueron: “Puede ser que ellos sean el mejor ejército del mundo, pero nosotros somos los mejores hijos de México”, un mensaje, afirmó Sheinbaum, “que atraviesa años de historia y resuena en nuestro presente y siempre en el corazón del pueblo de México”.