Cuando un partido lo tiene todo, también empieza a perder algo: la disciplina. Y sí, Morena está en la plenitud del poder, pero eso lleva consigo la trampa del desorden.
El movimiento fundado para combatir los vicios del sistema político terminó por parecerse a aquello que prometió enterrar. La búsqueda del poder sin reglas se convirtió en territorio sin dueño. Y por eso, Claudia Sheinbaum, la presidenta más votada en la historia, ha tenido que escribir una carta. No como jefa de Estado, sino como militante desesperada.
Porque Morena no la escucha. Y eso ya es un problema de Estado.
MUCHO PODER, POCO CONTROL
Morena gobierna la Presidencia, las cámaras, 23 estados, la capital y la mayoría de Congresos locales. Tiene fuerza política, narrativa dominante y respaldo electoral. Pero se quebró muy rápido.
La maquinaria opera, pero ya no responde a un solo mando. Ni a una sola visión. Ricardo Monreal es el virrey de San Lázaro. Adán Augusto hace lo mismo en el Senado. Legisladoras como Andrea Chávez lanzan su campaña personal bajo disfraz de servicios al pueblo pero con recursos privados. Y en Morena, con Luisa Alcalde y Andy López Beltrán al frente, cada quien jala por su lado.
Morena es poder, pero no unidad. Sobran líderes, pero no hay liderazgo. Es el modelo de las tribus del extinto PRD.
CARTA QUE NO ES CARTA
Claudia Sheinbaum mandó una misiva al Consejo Nacional de Morena. Fue leída a puerta cerrada, pero su contenido ya es público. Oficialmente es un llamado ético. En los hechos, es una advertencia.
Sheinbaum lanzó ahí un decálogo para recordar principios. Pero no habla desde la nostalgia: habla desde el miedo al desborde. El llamado de emergencia es evidente: “Esto ya no aguanta sólo con la mística del viejo líder. Necesitamos reglas”.
Es la voz de quien sabe que el movimiento está fragmentado, y el pasado “glorioso” no basta.
NEPOTISMO CON APELLIDOS
Uno de los puntos más explosivos de la carta fue llamar a impedir el nepotismo electoral. Aplausos en público, rechazo en privado.
Porque todos sabían de qué hablaba. Saúl Monreal en Zacatecas. Félix Salgado en Guerrero. Andy López Beltrán en la operación electoral. Y un partido que guarda el apellido del fundador como si fuera una franquicia.
Morena dice que el poder no se hereda. Pero no basta con decirlo. Hay estructuras que ya están armadas para perpetuarse, y discursos que sólo sirven para cubrir la simulación.
El Consejo Nacional también prohibió los viajes en primera clase, los blindajes, las joyas, los espectaculares, las campañas anticipadas y el uso de recursos privados. El problema no era el lujo. Era el cinismo. Era exhibirlo frente a todos.
MOVIMIENTO O MAQUINARIA
La carta de Sheinbaum es, en el fondo, una confesión política: la etapa del movimiento se agotó. Morena ya no puede sostenerse en la figura de un líder moral. Ni en la esperanza. Ahora necesita institucionalidad, reglas, castigos.
No es sólo para recordar principios. Es para frenar a quienes ya aprendieron a manipularlos. Para la mandataria, si Morena no establece normas firmes hoy, será el PRD de mañana.
Y si Sheinbaum no logra imponer orden dentro, su gobierno quedará rehén de un partido que se le va entre las manos.
EL DATO INCÓMODO
Los diputados se subieron el sueldo a 153 mil pesos mensuales, aunque en un año sólo aprobaron 34 iniciativas. Eso equivale a dos de cada 100 propuestas registradas. Y un tercio de lo aprobado ni siquiera fue idea suya: vino directo de la Presidencia. Reforman poco, cobran mucho. ¿Quién necesita oposición con una mayoría tan cómoda?



