La política no tiene accidentes. Y si los tiene, casi siempre revelan más de lo que ocultan. Este domingo, antes de que Sheinbaum diera su discurso en el Zócalo, un momento incómodo se robó la atención.
Mientras la Presidenta avanzaba hacia el templete, un grupo de altos mandos de Morena y del Partido Verde le dieron la espalda. Todos estaban ocupados tomándose una foto con Andrés López Beltrán, hijo de AMLO. En el video que inundó redes sociales se ve el intento torpe de algunos para corregir la omisión, pero Sheinbaum siguió su camino.
La imagen lo dice todo. Y más allá de las disculpas que vinieron después, lo que quedó claro es que este no fue un simple descuido. Fue un reflejo de la nueva realidad en Morena.
NO HAY CASUALIDADES
Tras la viralización del video, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Manuel Velasco ofrecieron disculpas públicas. Dijeron que fue un momento de “emoción” y que no escucharon a Sheinbaum.
Luisa María Alcalde, en cambio, optó por el ataque. Acusó a la oposición de magnificar el tema para desviar la atención del evento. Lo curioso es que ella no se disculpó.
Sheinbaum, en su estilo, minimizó el momento. Entre risas, dijo que fue una distracción sin importancia. Pero en política, las formas son fondo. Y este incidente tiene más trasfondo del que quisieran admitir.
TRASFONDO
El problema no es solo la imagen. El problema es quiénes estaban en esa imagen.
El primero es Ricardo Monreal. Excorcholata, rival de Sheinbaum en la interna de Morena por la candidatura presidencial. Ha tenido posiciones ambiguas y ha dado muestras de que su lealtad no es incondicional.
Adán Augusto López. Otra excorcholata y hombre de confianza de AMLO. Aunque no ha chocado con Sheinbaum, sí ha tenido enfrentamientos con Monreal, pues ambos son contendientes naturales para 2030.
Luisa María Alcalde. Presidenta de Morena, heredera del clan Alcalde Luján, una familia con peso propio en la ‘4T’. Su posición dentro del partido la convierte en un contrapeso interno para Sheinbaum.
Manuel Velasco. Líder real del Partido Verde, experto en operar a conveniencia. Logró retrasar la reforma contra el nepotismo electoral de Sheinbaum hasta 2030 para mantener el poder político en San Luis Potosí.
Carlos Puente Salas. Coordinador del PVEM en la Cámara de Diputados. Levantó la mano para la gubernatura de Zacatecas, colocándose como contrincante del clan Monreal.
Alejandro Esquer. Operador financiero de AMLO, con historial de financiamiento irregular en campañas. Figura clave en la estructura obradorista.
Victoria Rodríguez Ceja. Trabajó con AMLO cuando era jefe de Gobierno y fue su subsecretaria de Egresos siendo presidente. Fue propuesta por él para ser presidenta del Banco de México.
Andrés López Beltrán. El centro de la discordia. Hijo de AMLO y actual secretario de Organización de Morena. Natural candidato a la Presidencia en 2030.
¿Algo en común? Ninguno de estos personajes le debe su carrera a Sheinbaum. No son su gente. Son figuras con poder propio, con intereses distintos y, en varios casos, con agendas que pueden chocar con la suya.
CHOQUE INTERNO
Morena no es un bloque homogéneo. Es un partido con facciones, liderazgos en pugna y lealtades divididas.
Lo ocurrido en el Zócalo no fue un error aislado. Fue un recordatorio de que Sheinbaum tiene un liderazgo en disputa. Que no basta con ser Presidenta para tener el control del movimiento que fundó López Obrador.
Hoy, el enemigo de Morena no es la oposición. Son sus propias fracturas internas. Y si no las maneja bien, ese desaire hará más profunda la crisis partidista que vendrá.



