¡Somos Libres! Joselito Adame y Roca Rey comparten triunfo en la corrida de San Marcos

Aguascalientes, ejemplo de defensa ante un lleno y la rotundidad; Adame y Roca Rey, a hombros



Foto: Manolo Briones

Aguascalientes ha sido un ejemplo en la defensa de la tauromaquia, no ahora, siempre. Su historia y riqueza cultural han caminado de la mano del toro bravo, de las ganaderías que alimentan la bravura, de los toreros que sueñan con la gloria, de los picadores y subalternos que dan cuerpo a la lidia… y, sobre todo, de una afición leal e inquebrantable, que hoy se volcó con orgullo a la Monumental de Aguascalientes para celebrar el día grande del Santo Patrono, San Marcos.

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Pero no fue una tarde cualquiera. Fue una jornada con alma, con sentido y con causa. Desde las primeras horas del día se colgó el cartel de “No hay boletos”, augurando un lleno espectacular, bajo el grito que hoy más que nunca resuena con fuerza: ¡Vive Libre!

En tiempos donde llenar una plaza es un acto de resistencia cultural y de amor a la libertad, lo que hoy ocurrió en Aguascalientes fue mucho más que una corrida de toros: fue una declaración. Una afirmación viva de que la tauromaquia late fuerte, que no se rinde, y que en esta tierra tiene un refugio firme y fértil para seguir creciendo.

Un cielo azul y un clima cálido abrazaron a miles de aficionados que no solo llegaron para ver torear, sino para celebrar la libertad, a México, y el deseo profundo de que esta pasión que los une no desaparezca nunca.

La respuesta fue digna de la fecha: un mano a mano de alto voltaje entre Joselito Adame y Andrés Roca Rey. Dos figuras, dos estilos, dos generaciones. Pero una misma actitud: la de no dejarse ganar la pelea, ni por el compañero, ni por el tiempo, ni por la adversidad.

Fue una tarde de arte y verdad, pero también de identidad y memoria. Porque cada plaza llena, hoy más que nunca, es una voz que grita que esto sigue vivo. Y si hay un lugar desde donde esa voz se escucha fuerte y clara, es Aguascalientes. Aquí, la tauromaquia no solo se respeta: se celebra, se defiende y se vive con libertad.

Joselito Adame, convencido de la importancia que requería la tarde, pero más allá de eso, el compromiso ante su plaza y su afición. Decidido con su primero, se fue a porta gayola como quien se abre el alma para buscar la gloria. “Caporal”, de 566 kilos, de Tequisquiapan, fue un toro que ofreció muy poco, soso, deslucido, y aunque Joselito apostó desde el capote, cuando también quitó por chicuelinas. Adame estuvo por encima, buscando los muletazos poderosos y con verdad, y lo hizo por ambos pitones, pero el toro embestía con la cara por las nubes. Manoletinas ante un toro que salía ya muy suelto. Complicado fue el toro durante la lidia y no lo fue menos en la Suerte Suprema en la que dejó media estocada. Palmas para el torero hidrocálido.

“Don Polo”llevó por nombre el segundo de la tarde, un toro de Villa Carmela que pesó 562 kilos y que Roca Rey saludó por verónicas. Un toro al que le faltó en la faena se muleta la emotividad y transmisión, pero el torero peruano agotó los recursos, acortó distancia y se metió entre los pitones para firmar su actuación valerosa y de enorme empeño y disposición.

Joselito Adame encontró en “Venadito”, de 554 kilos, un toro para sentir, para mostrarse, pausó mucho en el muleta bajo un reposo que le permitió construir una faena de temple y mando, el toro de Tequisquiapan, fue codicioso, noble y con una clase para encumbrarse. Joselito ha dado la nota en una actuación que cautivó a un público que se le entregó sin medida. Toreó en redondo, asentado, cautivo y sobre todo, con inventiva propia. Ha sido un reencuentro con su afición firmado en letras mayúsculas. El toro rodó sin puntilla, y recibió las dos orejas Joselito.

El cuarto, “Don Pollo”, de Villa Carmela, fue el segundo del lote de Roca Rey, que gustó en demasía con el capote, vibrante por chicuelinas ajustadas. Comenzó por alto su faena con la quietud y el ajuste por bandera, característico de su toreo. El toro se desfondó muy pronto, pero Roca Rey sacó los recursos ante la venida a menos, y lo hizo cruzándose, y buscando ayudarle al toro, tratando de despedir al toro por arriba para que el burel no se cayera. Por el izquierdo, pudo alargar más el trazo y dar hondura, teniendo el mérito total Roca Rey, ligó además el toreo en redondo. Se quedó en una faena con un desenlace a más, pues por pitón derecho, giró en cámara lenta, acompañando con la cintura para vaciar por el de pecho. Pasaportó de una buena estocada, cortando, dos orejas.

Joselito Adame ya tenía dos orejas en la espuerta, pero en tardes claves, hay que darlo todo, y por ello dispuso de las banderillas para clavar tres buenos pares a “Don Beto”, de Villa Carmela. Llegó con entera disposición a la faena de muleta, iniciando por derecho, franco, el toro noble pero muy deslucido. Adame le dejó puesta la muleta y tiró lo que pudo, pero siempre con firmeza. En los últimos pasajes el toro sacó ese fondo, y Adame se gustó. Molinete de rodillas ya en la cercanía de tablas, quieto en redondo y metiéndose en el costillar en una faena ya hecha. Se retiró entre palmas.

“Tortolito”, de 566 kilos, de Tequisquiapan, ofreció muy poco a Andrés Roca Rey, así que él llevó todo el mérito de una faena muy pensada y con estructura, y es que no podía ser de otra forma, y así logró conjugarse para templar y mandar. Rotundo en una faena en la que terminó bajó el poderío, arrimándose, con aplomo en las zapatillas, y en el clamor de un público jubiloso que se entregó sin medida alguna. Pinchó y fue ovacionado.

Al finalizar el festejo, Joselito Adame y Andrés Roca Rey, salieron a hombros de la Monumental Aguascalientes.