Truncan sueño americano e inicia el mexicano ante nuevas políticas migratorias en EU

Migrantes que esperaban cruzar a EU a través del programa CBP One han pensado en un plan B: mantienen la esperanza de quedarse en México y hacer una vida



Foto: Aracely Martínez

En la alcaldía de Iztapalapa, la Casa Migrante Arcángel Rafael se alza como un refugio para quienes han dejado todo atrás en busca de un sueño. A diario, hombres, mujeres y niños cruzan su umbral con la esperanza de hallar un respiro en su travesía hacia el norte. Pero hoy, la incertidumbre empaña sus rostros, tras el anuncio de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, de deportar a los migrantes y con ello, cortar toda posibilidad de vivir en ese país y comenzar de nuevo.

Juan Luis Carvajal Tejeda, director de la casa, recorre las instalaciones mientras observa la preocupación en los ojos de los migrantes. “A veces llegamos a albergar hasta 200 personas”, dice, señalando el comedor donde se reparten alimentos a familias de Venezuela, Ecuador, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Cuba y uno que otro de Haití. El refugio ha sido testigo del drama de más de 10 mil personas en dos años de servicio, muchas de ellas en tránsito, con la esperanza de cruzar legalmente a Estados Unidos a través del programa CBP One.

Pero ahora esa posibilidad se comienza a esfumar. “Algunos ya tenían sus citas confirmadas”, explica Carvajal. “Lloraron de alegría cuando las consiguieron, y ahora lloran de tristeza porque han sido canceladas”. La noticia cayó como un golpe seco: aquellos que habían trabajado jornadas de 12 horas en la Central de Abastos para costear su viaje a la frontera ahora se encuentran sin dinero y sin destino claro.

Poco espacio para recibirlos

El futuro de los migrantes pende de un hilo. Con la política migratoria endureciéndose, se teme que el número de deportaciones aumente. “No sabemos si llegarán a Tijuana, Nuevo Laredo o Ciudad Juárez“, comenta el director, preocupado por la capacidad de los albergues en México para recibir a quienes sean expulsados. “Si llegan hoy, no tenemos espacio donde ponerlos”.

Para muchos, la única alternativa parece ser el cruce ilegal. “El negocio del coyote sigue creciendo”, advierte Carvajal Tejeda. “Sabemos que seguirán pasando, pese a las políticas y los discursos”. Sin embargo, el peligro en la frontera es inminente: los migrantes son presas fáciles del crimen organizado y la violencia, mientras que en la Ciudad de México enfrentan un rechazo velado. “La sociedad los quiere lejos del centro, en las orillas, donde no molesten a los turistas ni ensucien las calles”, dice con pesar.

En medio del caos, la Casa Migrante Arcángel Rafael: “es un espacio de resistencia“, enfatiza su director. “Cuando ofrecemos un plato de comida o un lugar donde dormir, estamos reivindicando sus derechos”.

Además de alimento y refugio, se brindan talleres de capacitación y apoyo psicológico, intentando mitigar la angustia de quienes han visto sus sueños truncados. A pesar de la crisis, en la casa se respira comunidad. Entre conversaciones en distintos acentos, risas de niños y la música que trae recuerdos de tierras lejanas, los migrantes intentan aferrarse a la esperanza. “Lo único que quieren es sobrevivir, trabajar, aportar”, concluye Carvajal Tejeda.

Voces migrantes

Yadira, originaria de Guatemala, es una de las muchas migrantes que han visto truncado su camino. “Vine a México a pedir mi cita. Estábamos siguiéndola, pero con este cambio de Donald Trump no sabemos qué va a pasar con nosotros. Hay muchos sentimientos encontrados porque venimos con la ilusión de encontrar a nuestra familia”, relata. “Para llegar acá hemos sufrido bastante. Nos han secuestrado, nos han robado, nos han golpeado. A veces llegamos sin nada de ropa, sin nada, y acá en el albergue nos han dado la mano”.

Ender John, de Venezuela, lleva ocho meses en la Casa Migrante Arcángel Rafael y ahora enfrenta la posibilidad de regresar a su país. “Lo que sucedió en EU nos ha llenado de desesperanza. Creo que es muy difícil que vuelvan a activar las citas. Pensábamos que había una oportunidad, pero ahora la única opción es regresar”. En su travesía de 22 días, tuvo que pagarle al crimen organizado y a las autoridades migratorias. “No está fácil atravesar. Nos tocará regresar a todos”.

John un migrante haitiano que se gana la vida vendiendo comida en las calles de la capital mexicana, comparte su punto de vista sobre las recientes políticas migratorias: “Trump tomó su decisión en su país. No me parece mala idea porque es su regla, pero aquí en México muchos migrantes estamos intentando establecernos y trabajar”.

Madeline, madre cubana, llegó con la esperanza de quedarse en México junto a sus hijos. “Nuestra idea siempre fue establecernos aquí”, dice mientras espera su turno para completar trámites migratorios.

“Mañana tenemos cita con inmigración para continuar el proceso. Ya me dijeron que mis niños pueden incorporarse a la escuela”. Su decisión de dejar Cuba no fue sencilla. “Hubo muchos problemas y represalias. No nos quedó otra opción”.

Francis un bailarín y modelo cubano, que también buscaba llegar a Estados Unidos, ha cambiado de planes. “En un principio sí quería ir, pero ya viendo la situación, decidí quedarme en México. Aquí he hecho amistades y ahora trabajo dando clases de baile”, comenta. “Se cancelaron muchas citas, y muchos migrantes están varados en Tapachula y en la frontera”.