Un hombre excepcional

3, septiembre 2022

CATALINA NORIEGA

Confieso que la muerte de Mijail Gorbachov me cimbró. El héroe político de mi juventud se fue de este mundo, como vivió, con una enorme sencillez y humildad.

Habría que hacerle homenajes en todo el planeta, desde el momento en el que logró cambiar la historia y desmontar al monstruo del totalitarismo, que tanto dañó a millones de personas.

Los archi mediocres politiquillos de la actualidad, tienen en la boca constantemente, la palabra democracia y hacen alarde de que la ejercen. Deberían de tomar ejemplo de personalidades como Gorbachov, auténtico paladín de la libertad.

Desde su juventud y siendo el político más joven en convertirse en secretario del Partido Comunista, pugnó por la urgencia de abrirse al mundo e incorporarse a la globalidad. Hizo presión para que se aceptara el pluripartidismo y aunque no lo consiguió en ese cargo, lo implementó una vez que asumió el mandato de la URSS.

Sus reformas las plasmó en la Perestroika y la Glasnot. La primera se refería a la apertura económica y la segunda a la transparencia y el ejercicio político. En cuanto a los cambios económicos, echó a andar medidas para acercar el sistema a la economía de mercado promoviendo la liberalización de los precios -que los fijaba el Estado- o la creación de corporativas.

Su tarea fue Hercúlea. Una nomenklatura que rechazaba perder privilegios, enderezó sus baterías en su contra. Romper con la cantaleta de ser la gran potencia, le creó innumerables enemigos, que trataron hasta lo imposible, de quitarle el Poder.

Retiró, en 1989, a las tropas soviéticas de Afganistán y replegó a miles de soldados del Ejército Rojo, dispersos por Europa. Normalizó las relaciones con China. Firmó acuerdos de desarme nuclear con Estados Unidos y favoreció el pluripartidismo y el surgimiento de una República presidencial.

Para un amplio sector de sus compatriotas fue un villano y un traidor, al quitar el yugo que tenía esclavizados a tantos países, bajo la férula de la URSS. El siguió peleando por soltar a quienes se les consideraba sus satélites, como Polonia, los países Bálticos, Checoeslovaquia, el Berlín oriental y tantos otros enclaves.

Se negó a usar la fuerza de las armas para conseguir sus objetivos, a diferencia de sus predecesores. Le faltó tiempo para acabar de consolidar lo que era su gran sueño: un socialismo con rostro humano. Insistía en que, a más socialismo más democracia, lo que no ocurrió.

Le sucedió, ya con carácter de presidente, Boris Yeltzin, quien resultó bastante desastroso en razón de su alcoholismo. A Putin lo conocía desde muy joven y pensó que sería buen mandatario. Elogió su administración, hasta que empezó con sus reelecciones y entonces lo criticó acremente

Al finalizar su gobierno se retiró prudente, a la vida privada, aunque daba conferencias y algunas otras actividades públicas.

Hacía alarde de que escribía en un periódico de la oposición y apoyó a la corriente que ha intentado tumbar a Putin y recuperar la alternancia en la presidencia.

Quienes vivieron bajo la opresión soviética siempre estarán agradecidos con el que los liberó. Los que perdieron privilegios seguirán criticándolo, aunque sus voces se pierdan por la importancia de la obra de Gorbachov, líder que determinó la historia del orden global, a largo plazo.

Descanse en paz quien cumplió su misión democratizadora del Orbe. Otro gallo le cantaría a la humanidad, si hubiera más hombres de este tamaño.

catalinanq@hotmail.com
@catalinanq