Algunos personajes y movimientos diversos anuncian que están construyendo una nueva expresión partidaria. En primer lugar, habría que preguntarse ¿para qué?, ¿con qué programa?, ¿qué composición social tendría? ¿qué modelo organizativo proponen? Estos cuestionamientos iniciales son básicos para poner los primeros ladrillos para cualquier proyecto serio.
Evidentemente, frente a este grupo en el poder, con evidentes características autoritarias y despóticas, urge una opción que busque alternativas más allá de la militarización y el abuso de poder; que apueste por un reforma fiscal que grave a los deciles más ricos; que acompañe a las madres buscadoras y sea su prioridad el paradero de miles de desaparecidos; que proteja a los defensores de derechos humanos y ambientales, que aumente el presupuesto de cultura y deporte cada año respecto al PIB; donde la salud universal importe más que una refinería; que las escuelas públicas cuenten con todo lo necesario para que los niños puedan encontrar en ellas un lugar seguro y de pleno desarrollo; que proponga una estrategia para acabar con la pobreza extrema y las brechas de la desigualdad, con programas focalizados, reglas de operación y un diagnóstico previo; y, la defensa irrestricta de los derechos humanos. Sí, una opción diametralmente opuesta al morenismo.
Enfrentar este gobierno corporativo y clientelar no es tarea fácil. Estamos frente a una especie de consorcio multiclasista, una maquinaria electoral que se alimenta y reproduce como una agencia de colocaciones, cuya dinámica es manejar al aparato estatal para amenazar o cooptar, con el objetivo de conservar el cargo, modificando la constitución para no ceder su poder, sea como sea, como ya lo hemos visto.
En el bloque de la 4T carecen de ideología o punto programático que los una. Sus principios cambian, se modifican, dependen de los humores del tlatoani, así fue con López Obrador, ahora con menor potencia, continuará con Sheinbaum.
Las franjas electorales que le dan legitimidad al morenismo provienen de distintos ámbitos y clases, pero el núcleo duro lo representan millones de beneficiarios de las transferencias monetarias. Ante más masacres, asesinatos y desapariciones, aumentan las transferencias. Esa es la estrategia. A los ultraricos no les importa, mientras siga creciendo su riqueza.
Así que, si alguien pretende construir una nueva alternativa partidaria tendrá que tomar en cuenta los anteriores elementos para ofrecer una verdadera opción de masas, que atraiga a los millones de ciudadanos que no votaron por el neoliberalismo social que representa Morena.
@pedro_penaloz
Pedro Peñaloza
Ignazio Siolne