Un santuario de minas y drones

Frontera Jalisco-Michoacán: zona de guerra entre CJNG y Carteles Unidos con pueblos fantasma y campos paramilitares ante ausencia estatal



Fuera de Agenda

Juan Veledíaz

No es una línea recta que separe territorios, pero la frontera entre las comunidades de Quitupán, Santa María del Oro, Valle de Juárez y Mazamitla en el sureste Jalisco, con los municipios de San José de Gracia, Cotija, Crucero de los Reyes, Zipoco y Tepalcatepec en Michoacán, serpentea una zona de guerra donde el desplazamiento forzado, pueblos fantasma y campos de adiestramiento paramilitar, se han consolidado desde hace más de dos años ante el vacío de las autoridades municipales y estatales.

Un informe militar de 2022 advertía que los municipios jaliscienses de Mazamitla, Valle de Juárez, Santa María del Oro y Quitupán, estaban bajo control del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes habían hecho de esta región su zona de resguardo desde donde preparaban incursiones en los municipios michoacanos vecinos bajo dominio de la organización identificada como Carteles Unidos. Debido a esta colindancia entre las dos entidades las confrontaciones entre ambos grupos antagónicos incrementaron los niveles de violencia por la disputa y control del territorio, “propicio para la siembra, trasiego y establecimiento de laboratorios clandestinos, así como la fabricación de droga sintética”.

Lo que llama la atención del documento son las cifras y el tipo de armamento que se habían decomisado hasta ese momento en esa zona. En San José de Gracia, por ejemplo, en aquel año se incautaron cuatro morteros “hechizos”, seis artefactos explosivos improvisados con carga explosiva, y 31 sin carga. En Valle de Juárez en un solo mes se decomisaron seis artefactos explosivos improvisados y seis lanzagranadas. En Quitupán tras un choque con un grupo armado, tropas del 92 de infantería encontraron entre el arsenal incautado un recipiente con 33 artefactos explosivos improvisados terrestres con carga suficiente para volar un blindado.

En el desmantelamiento de campamentos en zonas rurales de Quitupán en su colindancia con Cotija, habían encontrado también artefactos explosivos improvisados “hechizos para armas tipo morteros artesanales”. El reporte alude a que la policía municipal de estos municipios “actúa como informantes de la delincuencia organizada”. Y añade: “Durante los reconocimientos siguiendo el límite estatal entre Jalisco y Michoacán, se ha encontrado la mayoría de pueblos abandonados”.

El documento trae un mapa anexo donde el área que circunda al municipio de Cotija está marcado con un círculo en rojo con la simbología de “punto de mayor conflicto”. En junio pasado, la alcaldesa de Cotija, Yolanda Sánchez Figueroa, fue asesinada en pleno centro del municipio. En septiembre el alcalde electo Juan Pablo Aguilar Barragán pidió licencia y huyó el primer día de su administración.

Fue en este municipio en un camino que comunica con la comunidad de Gallineros donde el pasado lunes 16 de diciembre un ataque con drones armados y artefactos explosivos improvisados dejó como saldo dos soldados muertos y cinco militares heridos. Los militares fueron alertados por pobladores de que en esa zona estaba un grupo armado del CJNG. Pese a ello, la incursión se hizo sin el equipo de blindados para minas antipersona ni la tecnología para anular drones, ambos ya en poder del Ejército y que se ha usado en otras zonas de Michoacán. El resultado quedó a la vista.

@velediaz424