MADRID.- La primera novillada de la Feria de San Isidro 2025 dejó una sensación de frustración generalizada en los tendidos de Las Ventas. Con una entrada de 19,776 espectadores, el marco era ideal para que los novilleros Sergio Sánchez, Aarón Palacio y Javier Zulueta mostraran credenciales en la plaza más exigente del mundo. Sin embargo, el festejo se diluyó en la monotonía, por culpa de un mal lote de novillos de Alcurrucén, y sólo un gesto de raza logró encender momentáneamente la tarde.
El hierro de Alcurrucén, encargado de abrir el ciclo, no estuvo a la altura. Novillos desfondados, sin casta ni transmisión, frustraron la voluntad de tres jóvenes que llegaban con ilusiones. Ni “Amable”, ni “Colegial”, ni los sobreros lograron aportar emoción a un festejo que, por momentos, se convirtió en una prueba de paciencia para el público. La imagen de un tercero inválido, mantenido en el ruedo contra toda lógica, fue quizá el símbolo más crudo del sinsentido ganadero del día.
Sergio Sánchez abrió la tarde con disposición, pero se le notó verde y falto de poso. Su primero no ayudó, y pese a algunos muletazos sueltos por el izquierdo, la falta de conexión y la mala colocación de la espada le condenaron al silencio. El cuarto no mejoró el panorama, y su actuación pasó sin dejar huella.

Aarón Palacio fue, sin duda, quien más quiso. Y eso, en Madrid, cuenta. Aunque su primero, “Zambombero”, tuvo motor por momentos, la falta de acople y continuidad en su faena acabó diluyéndolo todo. Sin embargo, su recibo a porta gayola al quinto, “Burlón”, fue el gesto más vibrante de la tarde. Se echó la tarde a los hombros, brindó con el alma y, por momentos, logró buenos pasajes con empaque y temple. La estocada defectuosa le privó de redondear, pero Madrid, generosa en demasía, pidió y obtuvo una oreja. Justa, no por la faena completa, sino por el mensaje de intentarlo.

Javier Zulueta tuvo la tarde más amarga. Su primero, del hierro de Montealto, lesionado desde la salida, debió ser devuelto, pero no lo fue. Frente a ese despropósito, el sevillano mostró dignidad y temple en pasajes aislados, sin posibilidad de mayor lucimiento. En el sexto, lo intentó todo. Quiso, insistió, alargó la faena por el derecho, pero no había oponente. Ni emoción. Ni fondo. Se fue en silencio, pero con dignidad.

Así, concluyó una novillada deslucida, arruinada por el pobre juego del ganado. La oreja a Aarón Palacio fue el único aliciente de una tarde que, de no haber sido por su entrega, habría pasado directamente al olvido.
Ficha del festejo: Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid. Cuarto festejo de abono de la Feria de San Isidro. Entrada: 19.776 espectadores. Tarde fresca.
Se lidiaron novillos de Alcurrucén (1º bis, 2º, 4º y 5º), y Montealto (3º bis y 6º), desiguales de presentación y muy justos de fuerzas. En conjunto, el encierro resultó deslucido, sin entrega ni fondo, y con escasas opciones para el lucimiento. El más destacado fue el quinto, ovacionado en el arrastre.
Sergio Sánchez, silencio tras aviso y silencio. Aarón Palacio, palmas tras aviso y oreja tras aviso. Javier Zulueta, silencio y silencio.

Fotos: Manolo Briones 
















