PEDRO PEÑALOZA
Nada corre tanto como la calumnia, nada se lanza con más facilidad, se acoge con más presteza y se difunde tan ampliamente. Cicerón
Desde este hospitalario espacio ya advertimos acerca de las dos granadas simbólicas que desde Palacio Nacional se han enviado contra la UNAM. El preámbulo de toda la estrategia fue la serie de desplantes calumniosos del presidente López Obrador, quien señaló reiteradamente que la universidad era “neoliberal”.
¿Quién medianamente pensante puede sostener que una universidad de masas y plural puede ser dominada y encasillada por una sola interpretación del mundo? Claro, sabemos de la fobia congénita que tiene el habitante de Palacio a los organismos constitucionales autónomos. Su grotesca ofensiva contra el INE, el INAI y la Suprema Corte lo corroboran.
Volviendo al caso específico de la UNAM, la ofensiva continuó con distintas provocaciones, una de ellas contra la Facultad de Derecho, en el informe de su director Raul Contreras y la campaña que buscó expulsar a Lorenzo Cordova de la universidad. En ese marco se han dado actos de violencia en el campus universitario y en algunos planteles por parte de grupos tolerados ¿acaso no saben los sistemas de inteligencia del gobierno quiénes son y quién patrocina a los fascistas con disfraz de izquierdistas que andan por todos lados saboteando las movilizaciones democráticas, incluidas las que se realizan en los territorios de la máxima casa de estudios?
Y esto no termina. La nueva ofensiva consiste en minar el prestigio del rector. Por eso, en tiempos recientes se ha publicitado que el Sistema de Administración Tributaria de la Secretaría de Hacienda, investiga a Enrique Graue por movimientos “inusuales” en sus cuentas. Además, se filtró que la fundación de oftalmología Conde de Valenciana, que preside el rector Graue, ha realizado movimientos “irregulares”.
Dos cuestionamientos se desprenden de la reciente andanada: ¿cómo se obtuvo esa supuesta información que es de carácter privado y obligación del gobierno resguardarla? El ataque es directo, no se pone en duda el manejo de las finanzas de la UNAM. El objetivo está claro: desprestigiar a la cabeza institucional y con ello crear las condiciones para construir una narrativa que deslegitima la designación del próximo rector en noviembre de este año.
Nadie niega que la UNAM requiere cambios de fondo y de distinta naturaleza, pero esa es una tarea de todos los sectores de la universidad. Por ello, es inaceptable que se realicen, como lo hicieron otros gobiernos, actos que vulneren la autonomía universitaria. Por lo pronto, esta tercera granada hay que desactivarla y estar atentos y unidos ante los posibles misiles que se disparen desde Palacio Nacional.
@pedro_penaloz