Con lluvia o sin ella, de día o de noche, los motociclistas de la Unidad Tormenta recorren la Ciudad de México para atender emergencias hídricas. Son la primera línea de respuesta de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (SGIA) ante fugas, encharcamientos, bloqueos, incendios e incluso sismos. Su misión: actuar rápido, verificar daños, canalizar soluciones y apoyar directamente a la ciudadanía.
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Conformada por más de una decena de elementos, como Arturo Ruelas (Tormenta 15), Iván González (Tormenta 4) y Mauricio Zamora (Tormenta 31), esta unidad opera las 24 horas, los 7 días de la semana. En temporada de lluvias, el trabajo se multiplica. En días atípicos, han llegado a atender hasta 100 reportes diarios, desde calles anegadas hasta viviendas bajo el agua.
La dinámica inicia con reportes que llegan por la línea H2O o el C5 del agua. Su coordinador, Tormenta 1, asigna a la unidad más cercana. Una vez en el sitio, evalúan la situación, documentan y remiten el reporte al puesto de mando. Así se determinan los recursos necesarios, como camiones hidromáticos, cuadrillas o bombas.
Cuando se trata de fugas de agua, muchas veces los ciudadanos no comprenden por qué no se detiene el flujo de inmediato. La razón es técnica: se requiere hacer cierres de válvulas escalonados para evitar reventar otras partes del sistema. “La gente piensa que nadie actúa, pero ya se está trabajando desde dentro”, explican.
En incendios, la Unidad Tormenta colabora con el Heroico Cuerpo de Bomberos, localizando tomas de agua y pozos contra incendios, e incluso coordinando el suministro mediante pipas.
Pero también son mediadores. Cuando hay bloqueos por falta de agua o drenaje, dialogan con vecinos, explican procesos y canalizan sus demandas a las áreas responsables, para restablecer la vialidad y buscar soluciones duraderas.
Durante sismos, recorren vialidades clave donde cruzan redes mayores de agua potable y drenaje, revisan pozos, tanques y plantas, y reportan daños inmediatos. “Cada compañero conoce las rutas críticas. Verificamos para prevenir riesgos mayores”, señala Mauricio Zamora, integrante de la Unidad.
La otra gran batalla es contra la basura. En coladeras, tuberías y presas han encontrado desde papel sanitario, hasta sillones, escaleras y partes de autos. En puntos como el cárcamo de Canal de Apatlaco, el buzo de drenaje debe ingresar para retirar manualmente estos objetos. “La basura no solo tapa, colapsa todo un sistema diseñado para resistir lluvias”, enfatiza Iván González.
Las grasas también son enemigas silenciosas. Las que provienen de casas o puestos ambulantes se endurecen y se adhieren a las paredes internas del drenaje, formando verdaderas piedras que bloquean el flujo. Muchos restaurantes no cuentan con trampas de grasa, como marca la norma.
Los bajopuentes, asentamientos irregulares y zonas a desnivel son los puntos más vulnerables. Aunque el sistema de drenaje fue diseñado con capacidad suficiente, el crecimiento urbano desordenado y la falta de conciencia ciudadana lo han rebasado en muchas zonas. “La ciudad sí puede desalojar el agua, pero la basura la detiene”, advierten.
La Unidad Tormenta insiste: sin una cultura del buen uso del agua y manejo adecuado de residuos, ninguna infraestructura será suficiente. Por eso, también promueven baños cortos, uso responsable de lavadoras y almacenamiento adecuado de aceites domésticos.
Son motociclistas, técnicos, rescatistas que hacen frente a lo inesperado. Su mensaje es claro: el agua es responsabilidad de todos.

Foto: Aracely Martínez 





