Venezolanos, entre robos y el maltrato en México

RITA MAGAÑA Foto: Aracely Martínez Largas filas de venezolanos se registran al exterior de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en la Ciudad de México en espera de un turno para recibir orientación o el carácter de refugiados en suelo mexicano. Algunos ya fueron deportados de Estados Unidos y buscan la oportunidad de

Continue Reading →



RITA MAGAÑA

Foto: Aracely Martínez

Largas filas de venezolanos se registran al exterior de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en la Ciudad de México en espera de un turno para recibir orientación o el carácter de refugiados en suelo mexicano.

Algunos ya fueron deportados de Estados Unidos y buscan la oportunidad de trabajar en México para volver a intentar cruzar la frontera norte.

Otros, que apenas llegaron de Venezuela al territorio nacional, tienen la esperanza de poder iniciar la travesía rumbo al que ya no llaman sueño americano.

TESTIMONIOS

Algunos venezolanos compartieron con Ovaciones sus testimonios sobre lo que han tenido que pasar, como el caso de Jervani Andrade, quien platicó que los propios militares en un retén le quitaron los dólares que había juntado desde su natal Venezuela, al desprenderse de lo material que tenía para poder emprender este viaje.

Destacó que la población civil mexicana como tal son amables, “hay personas que son buena onda, bien chidas como dicen aquí, bien chéveres, te ayudan y brindan los apoyos, Son compresivas”.

“Pero hay otro tipo de personas que no tienen sentimientos, porque les preguntas una dirección y, si está a dos cuadras, te mandan a diez, quizá para reírse de ti o hacerte la maldad”, manifestó.

Entrevistado afuera de la Comisión de Migrantes y Ayuda a Refugiados (COMAR), Jervani Andrade también ha tenido una mala experiencia con autoridades mexicanas, pues relató que son personas incomprensibles, “no tienen corazón, parece que no tuvieran familia a la que deben cuidar y mantener”.

Indicó que si los mexicano también han sufrido de discriminación, pobreza, delincuencia y violencia, “¿por qué las autoridades de México no se ponen la mano en el corazón y ofrecen mejora atención a los migrantes sudamericanos?”

También Andrade fue víctima del robo de su dinero, que ya había salvado lo que traía para arrancar este viaje, y llegando a Estados Unidos buscaría un trabajo para recuperar “esa plata y tener alguito más para ayudar a la familia”.

“El dinero que había salvado en el trayecto que no me robaran en la selva en Nicaragua o en los países por donde pasé, me lo hicieron aquí en México, lo peor que fueron militares, en un retén, quienes me bajaron de un vehículo y me quitaron todo.

“Aunque uno de los militares sacó su plata y me dio 50 pesos, pero los dólares que yo traía para cambiarlos y terminar de llegar a Estados Unidos, pero me quedé mirando como ‘chivo en lancha’, como dicen en Venezuela”, dijo.

Otro caso fue el de Ricardo José González Mendoza, quien relató que logró llegar hasta Estados Unidos el 14 de octubre pasado, pero justo cuando pensó que las nuevas medidas no lo habían alcanzado, lo deportaron a México y espera regularizar su situación aquí para volver a intentar cruzar la frontera.

También entrevistado afuera de la COMAR, el venezolano detalló que cuando llegó a la Ciudad de México le dieron la noticia de que la frontera con Estados Unidos ya la habían cerrado, pero “pensé que nunca una ley la ejecutan de inmediato y yo seguí mi ruta”.

Comentó que logró entrar a la Unión Americana el 14 de octubre pasado, donde estuvo en un refugio durante 6 días, aproximadamente, “sin decirnos nada, hasta que el 19 de octubre me llevaron desde El Paso, Texas, hasta Dallas y ahí para México”.

“Ya en la frontera de México había autobuses disponibles para traernos hasta la Ciudad de México y arreglar los papeles y regularizar la estancia aquí, siempre y cuando no quisiéramos regresar a Venezuela, pero mi objetivo es volver a intentar llegar a Estados Unidos”, expresó.

Para Suleima Salas, la travesía fue bastante dura, no sólo porque tuvo que lidiar con los peligros al pasar por la selva, también por el hecho de que los gobiernos de otros países le pedían dinero para ingresar a su territorio, pero al llegar a México “nos encontramos con la sorpresa de que la frontera estadunidense estaba cerrada”.

“Nuestra meta era llegar hasta Estados Unidos, pero si aquí en México nos dan la oportunidad, nos quedamos aquí y buscamos un futuro para nuestros hijos, no quiero exponer a mis hijos a un peligro, como el que ya pasamos”, asegura.

Entrevistada en el albergue Casa de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin), Suleima Salas dijo que ha escuchado que entran a Estados Unidos sólo las familias con menores de edad, pero ella tiene dos hijos mayores, por eso no quiere arriesgarse a que se queden afuera, sobre todo porque uno de sus hijos tiene una discapacidad.