Verde olivo se sale del huacal

17, septiembre 2022

CUCHILLITO DE PALO

Catalina Noriega

Nos quedamos con el ojo cuadrado. El General Secretario de las Fuerzas Armadas, salió con un discurso propio de cualquiera de los fanáticos de la 4T, en una incursión politiquera, de las que no se veían más que muy raramente. 

Se saltó las trancas del ancestral acuerdo por el que, los militares no intervienen en política. Lo hizo durante el festejo de los Niños Héroes, en el que AMLO le dio la voz cantante. No es culpa del indio sino de quien lo hizo compadre, diría el refrán.

Tantas alas se les han dado en este Régimen que, ahora, ya no son sólo soldados al servicio de la patria, sino constructores, administradores de empresas, distribuidores y muchas otras profesiones ajenas a las que les corresponden. 

“Debemos discernir de aquellos que con comentarios tendenciosos, generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”. 

Ahora resulta que son “comentarios tendenciosos” los que hablan de una realidad que nos coloca de rodillas, bajo la bota militar. 

Lo primero fue la incorporación de la Guardia Nacional al Ejército, la que se dio en un plis, plas, a cargo de la traición priísta en el Congreso. Luego, la aberrante iniciativa de Yolanda de la Torre -apadrinada por el gángster Alito-, de alargar el periodo de su permanencia en las calles hasta el 2028 o 29. También de aprobación ipso facto, a cargo de la manada, aunque pendiente en el Senado-. 

Cresencio Sandoval pisó tierras pantanosas. Defiende lo indefendible, desde el momento en que se contraviene la Constitución y su reclamo lo debería poner a meditar sobre el porqué de la baja en la confianza de la población. 

Se lo están ganando a pulso. Si bien es cierto que el Ejército salió a las calles desde la época de Felipe Calderón, la realidad es que, hasta ahora, ni ha ganado ninguna guerra y. por el contrario, la violencia y la delincuencia se han agravado. 

Enormes regiones de la República están en manos de los narcos, los que las manejan en calidad de “Estado” imponiendo su ley. Unos soldados, encima bajo la consigna de los abrazos y no balazos, que han sido incapaces de detener esta expropiación y sólo parecen testigos mudos de la ignominia. 

Su papel tampoco ha sido el que deberían tener como garantes de la seguridad…si fueran policías. Ha habido muertes de civiles por sus rifles, incluida la reciente de una pequeñita de cinco años. Han aumentado el número de violaciones, se conocen sus torturas a quienes detienen y otras tantas transgresiones a los Derechos Humanos.

¿Qué a nivel rural, en especial, se les aprecia? Quienes están entre la espada y la pared, por la amenaza de los cárteles, se aferran a cualquier esperanza.

El ponerse en manos de los verdes ha traído el abandono de las policías y tanto las municipales como las estatales agonizan en sus carencias. 

El Ejército, si quiere conservar su imagen positiva en la sociedad, debe volver a los cuarteles y las autoridades tendrían que ocuparse de reforzar a las policías y darles el entrenamiento y el trato que las obliguen a cumplir con sus funciones.

Pero, el tabasqueño sólo piensa en conservar el Poder, a costa de cualquier principio democrático, respaldado por un Ejército que no tarda en llenarse de corruptos, si no es que ya los hay. 

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