Manejar seguro debería ser una certeza. Pero hoy moverse por una carretera federal es una apuesta. Familias, choferes y turistas viajan con la misma idea en la cabeza. Ojalá lleguemos.
No es exageración. Son años de ver videos de asaltos, camiones vaciados en minutos, retenes criminales deteniendo autos, familias completas tiradas en la carretera. Y mientras esto ocurre, el gobierno sigue hablando de cifras que no alcanzan para tapar la realidad.
BLOQUEOS
Los bloqueos del 24 de noviembre no surgieron por capricho. Transportistas y choferes llevan meses denunciando robos diarios, agresiones y compañeros asesinados. La Alianza Mexicana de Organización Transportista lo dijo con claridad. Moverse en México es arriesgar todo.
El hecho es sencillo. Los caminos dejaron de ser caminos y se volvieron rutas de riesgo. El gobierno respondió prometiendo diálogo, pero ese diálogo ya no alcanza cuando los operadores tienen que manejar armados o en convoy para sobrevivir.
CARRETERAS DEL MIEDO
La inseguridad no es percepción. Mitofsky registró que 66% de los mexicanos siente las carreteras como peligrosas. No por accidentes. Por asaltos.
En 2024 hubo más de 24 mil robos de carga. Uno cada 25 minutos. En la mayoría hubo violencia armada.
No es normal que una familia evite tramos donde “no se maneja de noche”. No es normal que un transportista profesional tenga que avisar cada media hora que sigue vivo.
RUTAS ROJAS
Hay rutas donde todos saben de su peligrosidad. Puebla-Córdoba. México-Querétaro. Morelia-Lázaro Cárdenas. Matehuala-Monterrey. México-Cuernavaca. Las Urracas-Matamoros-Reynosa. Toluca-México.
Son tramos donde asaltan, secuestran o desaparecen camiones enteros. Edomex, Puebla, San Luis Potosí, Michoacán y Nuevo León concentran la mayoría de robos a transporte este año.
Los corredores industriales del país se volvieron corredores del crimen. Y la carga robada alimenta mercados negros que funcionan mejor que muchas instituciones de seguridad.
LA REALIDAD
Las cifras oficiales dicen que los robos bajaron. La Guardia Nacional presume reducciones. Pero el campo, los choferes y las empresas dicen otra cosa. Los robos no sólo siguen, ahora son más violentos.
La razón quizás está en el terreno. La desaparición de la Policía Federal de Caminos dejó un vacío que la Guardia Nacional no ha podido llenar.
No porque no quiera, sino porque no es lo mismo. Los agentes veteranos conocían cada curva, cada banda, cada horario. La GN llegó sin ese mapa. Y se nota.
LA FACTURA
Carreteras inseguras significan productos más caros, transporte más caro, seguros más caros, viajes más caros.
Significan turistas que ya no viajan por carretera. Familias que cancelan visitas. Conductores con estrés permanente. Empresas que pierden millones y consumidores que pagan esa pérdida.
Significan Estados Unidos presionando a México porque sus empresas ya no quieren arriesgar mercancías en territorio mexicano. Y significan algo más profundo. La libertad de tránsito dejó de ser libertad y se volvió una ruleta rusa.
Las carreteras son las venas del país. Si están tomadas por el crimen, el país se enferma entero. México no puede normalizar un mapa donde manejar equivale a jugarse la vida. La seguridad en los caminos no es un lujo. Es lo mínimo.
Sin carreteras seguras, el país no avanza. Ni la economía, ni el turismo, ni las familias. Así que atacar a transportistas que protestan por la inseguridad es suicidio.
EL DATO INCÓMODO
El mismo día que Claudia Sheinbaum se reunió en Palacio Nacional con Carlos Slim, anunció que la reforma de 40 horas laborales se pospone para 2026 “en espera de mayor consenso”. Entre diálogo empresarial y cautela legislativa, la urgencia de millones de trabajadores quedó para después.



