Los gobiernos responsables ahorran en tiempos de estabilidad para tener dinero cuando llegan las crisis. Así funcionaban los fondos de estabilización en México.
Son un colchón financiero para que los hospitales no colapsaran, la educación no se quedara sin recursos y la seguridad tuviera con qué operar, incluso en los peores momentos. Hoy, esos ahorros prácticamente desaparecieron.
Entre 2018 y 2023, el gobierno federal gastó el dinero y no lo repuso. Los fondos quedaron vacíos. Apenas en 2024, el gobierno ha comenzado a ahorrar de nuevo, pero sigue lejos de los niveles de estabilidad financiera que había hace seis años.
El problema no es solo que se hayan gastado los ahorros. Es que se gastaron sin dejar nada a cambio. Ni infraestructura, ni seguridad reforzada, ni un sistema de salud fortalecido. Solo promesas de que el dinero estaba bien usado.
LOS NÚMEROS NO MIENTEN
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) lo dice con claridad. El Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), que usa el gobierno federal como su reserva de emergencia, creció 139.9% respecto a 2023. Pasó de 40,524 millones de pesos a 97,209 millones.
¿Son buenas noticias? No tanto. Ese fondo sigue 182,561 millones de pesos por debajo de lo que tenía en 2018. En otras palabras, se recuperó un poco, pero sigue lejos del nivel de seguridad financiera que había antes.
Mientras tanto, el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF), que ayuda a los estados a compensar caídas en la recaudación, se redujo otro 1.5% en 2024.
Eso significa 77,074 millones de pesos menos para los estados respecto a 2018. El gobierno central ahorra. Los estados pierden.
El resultado es simple: menos dinero guardado para los estados significa que, si la recaudación cae, los gobernadores no tendrán con qué responder. Menos presupuesto para seguridad. Menos médicos en los hospitales. Menos inversión en infraestructura. Más problemas, menos soluciones.
MAL MOMENTO
Estamos en el peor momento para tener un gobierno que no quiere repartir los recursos.
En 2024, la inversión extranjera cayó 39 por ciento, la peor cifra en tres décadas. El crecimiento económico fue de apenas 0.6 por ciento, según el Banco de México. La economía se desacelera y los estados reciben menos dinero. Sin contar con la amenaza constante de aranceles contra productos mexicanos.
Imaginen un hospital en crisis: más pacientes, menos médicos y sin presupuesto para medicinas. A eso se arriesgan los estados. Más necesidades, menos recursos y un gobierno central que se guarda el dinero.
Mientras tanto, el gobierno federal sí está llenando su alcancía. Recupera el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP). Pero el fondo para los estados sigue vacío.
No es casualidad. Menos ahorro para los estados significa menos margen de maniobra para los gobernadores. Y en una crisis, quien controla el dinero, controla las decisiones.
¿HERRAMIENTA DE CONTROL?
El país enfrenta una pregunta incómoda: ¿el dinero se está guardando para enfrentar una crisis o para administrar lealtades? Si realmente se estuviera ahorrando para tiempos difíciles, ¿por qué los estados tienen menos respaldo financiero que nunca?
El CIEP advierte que el país tiene menos margen fiscal, la economía se debilita y las tensiones geopolíticas aumentan. Todo indica que los fondos de estabilización deberían fortalecerse para garantizar estabilidad.
Pero en 2025, seguimos lejos de los niveles de seguridad financiera de 2018. Y aquí viene la peor parte. El dinero no se queda guardado para siempre. Tarde o temprano se usará.
La única pregunta es cuándo y quién lo decidirá: el gobierno federal, para repartirlo a su conveniencia. O los estados, que no tendrán con qué operar. La respuesta dirá más sobre el poder que sobre la economía.