Cada mexicano adquiere 66 kilos por año de plásticos, gran parte termina en el mar

6, junio 2023

PATRICIA RAMIREZ

Foto: Cuartoscuro

En México hay un alto consumo de plásticos, pues alcanza los 66 kilos por habitante al año y de esa cantidad, hasta 59 kilos se vuelven residuos en el corto plazo, es decir son resultado de productos de un solo uso, como bolsas, desechables, envolturas y empaques, entre otros artículos.

Además, del total, 17 por ciento no es recolectado por alguna clase de servicio municipal y, por lo tanto, la gente dispone de ellos como puede, ya sea quemándolos o tirándolos a fuentes de agua o terrenos baldíos.

El Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica, desarrollado por investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, señala que aunque el resto de los residuos sí sea tampoco garantiza soluciones, porque llega a depósitos con distinto nivel de control, desde tiraderos que no tienen inspección alguna, hasta rellenos sanitarios. En el país hay más de dos mil lugares de disposición registrados de manera oficial, aunque lamentablemente debe haber muchos que no cuentan con medidas regulatorias.

Esto análisis detalla que esto implica que los camiones recolectores tiran la basura y al ser los plásticos tan ligeros se corre el riesgo de que, con la lluvia, el viento y la gravedad caigan y se dispersen, lo que es delicado, en especial si sucede cerca de la costa, pues gran cantidad de estos sitios de disposición está a menos de cinco kilómetros del mar, por lo que su arribo al océano es muy probable.

La doctora Alethia Vázquez Morillas, líder de este proyecto, señaló que se han detectado cuencas o desembocaduras de afluentes que contribuyen mucho a que los plásticos lleguen al mar, por ejemplo, están los casos de los ríos Ruiz, en Nayarit; Verde, en Oaxaca; Suchiate, en Chiapas, y el Coatzacoalcos y el Pánuco, en Veracruz, todos ellos, de acuerdo con distintas modelaciones, van recogiendo a lo largo de sus cauces desechos.

El Ruiz, el Verde y el Pánuco son la continuación de otros que vienen o pasan por zonas urbanas. El primero proviene del río Santiago, que corre por la zona metropolitana de Guadalajara, que a su vez viene de Lerma, es decir, del Valle de Toluca, con amplia actividad agrícola e industrial.

Del Pánuco sale el Tula, que recibe las aguas residuales de la Ciudad de México y, aunque sean sometidas a ciertos tratamientos, pueden estar dañadas, sobre todo por microplásticos. También hay corrientes “que nos deben preocupar por su calidad o ubicación en límites fronterizos, entre ellos el Tijuana y el Suchiate”.

Un hallazgo esencial del análisis es que estos desechos son los más comunes en las playas de México, incluidas botellas y tapas, además de colillas de cigarros; otros registros reportan presencia de esos materiales en bebidas, yogures y aun en distintos animales.

La especialista detalló que hay una serie de estrategias que podrían impulsarse, entre ellas crear gobernanza en términos de marcos regulatorios integrados y actualizados a la situación. En la actualidad están en discusión en la Cámara de Diputados modificaciones a la Ley para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos y una Ley General de Economía Circular, que serían herramientas sustanciales para articular el proceso.

Otro factor es revisar el tema de la gestión de los residuos en los municipios, porque éstos son muy diversos, algunos están en zonas urbanas, otros alejados de los servicios y apenas cuentan con los recursos para darles un manejo apropiado. También se necesita establecer el rol de los actores, “porque si bien la responsabilidad es compartida y todos debemos intervenir, no está claro hasta dónde llega el compromiso de las empresas, los gobiernos y la ciudadanía al hacer un consumo” adecuado.