MARTÍN AVILÉS
Foto: Ramón Romero ESTO
No hay un solo rincón donde no aparezca su rostro. Cada publicidad tiene escrito su nombre o va acompañada de la imagen del hombre del momento. Checo Pérez ha reinventado el concepto de superestrella, por lo que un triunfo suyo en el Gran Premio de la Ciudad de México, se ha convertido en la obsesión de todo un pueblo.
El sudor escurre por su rostro mientras el tumulto lo sofoca en una muestra de amor abrasador. El mexicano largará desde la quinta posición el domingo durante la edición 24 de la carrera de Fórmula 1 en México. En un último suspiro en las Q3, quedó mejor posicionado que su más cercano perseguidor en el Campeonato Mundial de Pilotos, Lewis Hamilton, quien desde la sexta posición comenzará su cacería sobre el tapatío tan pronto se ondee las bandera verde.
Pérez Mendoza largará detrás del australiano Daniel Ricciardo, piloto de Alpha Tauri que se interpuso entre los dos Red Bull en la clasificación, y quien será el primer objetivo del jalisciense de 33 años de edad en su intento por convertirse en el mexicano que rompa con el maleficio del Autódromo Hermanos Rodríguez, donde nunca se ha coronado un conductor local.
“Es difícil pasar aquí, la clasificación por eso era muy importante, los márgenes en Q3 fueron pequeños y haber perdido el neumático nuevo en Q2 nos puso un pie atrás y no pudimos progresar lo suficiente. Una décima o dos décimas hubieran cambiado la vida totalmente hoy”, dice Sergio Michel tras la etapa clasificatoria. “Cuando llegue la oportunidad hay que buscarlo, es difícil pasar aquí pero lo intentaremos”.
La presión ha sido insoportable a pesar de que actualmente ocupa el segundo lugar de la clasificación en el Campeonato Mundial de Pilotos. El mexicano ha sido severamente cuestionado por su irregular desempeño, ya que con 240 puntos, Pérez Mendoza tiene solo 39 unidades más que el británico siete veces campeón mundial con 201.
Hamilton lo acecha sigilosa y peligrosamente, pero en México tendrá a más de 100 mil personas alentándolo el domingo. Sin duda, un poderoso factor a su favor.
“Sí, es súper especial, la atmósfera es increíble y espero poder devolverles algo”, asegura con una sonrisa radiante.
Pero un verdadero problema para el desenvolvimiento de los autos es la altura de 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar de la CDMX, condiciones que obligan a recalcular el rendimiento de las llantas, además del calor y sensación de humedad que aquí se sienten.
“Complicado, es una pista que resbala bastante y con las temperatura sube un poco pero aquí se siente porque hay muy poco agarre. La pista es muy lenta, hay un tema con las temperaturas y lo sientes”, explica el de Guadalajara, Jalisco. “Es una larga carrera enfrente, muchas cosas pueden pasar mañana así que me gustaría haber estado en primera línea pero uno nunca sabe cómo será”.