El Día de Muertos, conmemoración que inicia a finales de octubre y culmina el 2 de noviembre, nos recuerda la riqueza cultural de nuestro país, cuya pluriculturalidad es una de sus grandes fortalezas. En cada rincón de México, desde el cementerio de Xoxocotlán, en Oaxaca, hasta la Fiesta de las Ánimas, en Yucatán, pasando por la Noche de los Muertos, en Janitzio, Michoacán, se vive esta celebración con intensidad y pasión.
En estas fechas no sólo recordamos a los seres amados que ya no están, sino también a mexicanas y mexicanos que dieron su vida por luchas y causas que han hecho del nuestro un mejor país. Compatriotas como la Mtra. Ifigenia Martínez, que dejó un legado de lucha feminista, y que será la primera vez que esté en la ofrenda de amistades y familiares, pero también de gente que reconoce su trabajo como luchadora social.
Además, habrá quienes, a manera de agradecimiento, pondrán una ofrenda a los héroes y heroínas de la Revolución que nos dieron tierra y libertad, como Francisco Villa, Adela Velarde y Emiliano Zapata. Otras ofrendas mexicanas incluirán a personajes que llenaron de riqueza artística y cultural este país; ¿cuántas de nosotras y nosotros no ponemos junto a las fotos de nuestros seres queridos las de queridas figuras artísticas como Pedro Infante, Cantinflas, Juan Gabriel y un nutrido etcétera?
Todo ello demuestra que esta tradición hace de México un país como ningún otro, un país cuyos muertos nunca se van, viven en nuestros corazones, y nuestro homenaje dura por siempre. Es un país con memoria, es un país de tradiciones vivas.
Esta riqueza la disfrutamos las y los mexicanos, pero también visitantes del extranjero que acuden aquí en estas fechas para conocer y experimentar un pedacito de nuestra hermosa tradición, que con gusto compartimos con el mundo. Cada año, en estas fechas, México recibe a más de 2 millones 500 mil turistas, que dejan una derrama económica (de acuerdo con la Secretaría de Turismo( de 37 mil 722 millones de pesos. La ocupación hotelera en algunos lugares llega a cifras de casi el 80 por ciento, que es similar a la de periodos vacacionales de verano o fin de año.
En 2008, al inscribir en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad los festejos por el Día de Muertos (tal como los practican las comunidades indígenas de México(, la UNESCO reconoció el valor universal que estos poseen y nos recuerda que nuestras tradiciones son un tesoro que debe ser preservado y compartido con el mundo.
Al reflexionar sobre el significado de esta hermosa tradición, es imperativo redoblar esfuerzos para preservar nuestra identidad como mexicanas y mexicanos, protegiendo activamente nuestros valores culturales y naturales, las lenguas indígenas, el paisaje (que en este mes se viste de cempasúchil y nos proporciona alimentos durante todo el año(, así como nuestras ricas historias, leyendas, sitios culturales y naturales, que nos alimentan la mente y llenan el alma de orgullo.
En este sentido, el Día de Muertos nos une a todas y todos como mexicanos, nos conecta con nuestras raíces y nos recuerda que nuestra identidad es un tejido rico y diverso. Esta fecha nos conjunta en un abrazo colectivo que trasciende fronteras y generaciones; al celebrarla, afirmamos nuestro orgullo por ser parte de una cultura que valora la vida, la muerte y la tradición, y nos hace recordar que, aunque la muerte sea un final, también es un nuevo comienzo.
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