El ocaso del PRI

24, mayo 2023

SALVADOR DEL RÍO

Las elecciones en el Estado de México que se celebrarán en 12 días y con las que esa entidad habrá de ver llegar a la primera mujer gobernadora son, como suelen ser esos comicios, la última aduana antes de la contienda por la renovación de la Presidencia de la República y una medición casi exacta del clima político que impera en el país.

Si se confirman las tendencias registradas en los sondeos que han sido difundidos en distintos medios de comunicación, así como los estudios internos que se encuentran en manos de las dos coaliciones que se medirán el domingo 4 de junio, estaríamos asistiendo a la derrota de la alianza conformada por el PRI, el PAN, PRD y Nueva Alianza. Tratándose de un estado gobernado históricamente por el tricolor y su candidata, Alejandra del Moral, de estirpe priista, el fracaso en este proceso electoral sería de entera responsabilidad de ese partido.

Una derrota de esta alianza en el Estado de México representaría el fin de una era en la política mexicana. Esa entidad ha sido semillero de muy diversos servidores públicos que han alcanzado, en dos ocasiones, la primera magistratura del país, como lo fueron Adolfo López Mateos y Enrique Peña Nieto. Se trata de un estado que ha sido siempre gobernado por el PRI, partido que nunca ha conocido la derrota en los comicios para gobernador.

Al menos cuatro elementos se habrían conjugado para asistir al fin del priismo al frente de los designios en el Estado de México. El primero es el creciente desprestigio del PRI en el escenario político nacional. Desde la primera alternancia de 2000, la imagen de ese instituto político ha estado ligada a la corrupción de los gobernantes surgidos de sus filas.

Si bien se trata de una aseveración que tiene muy amplias y honrosas excepciones, la percepción generalizada de un estrecho vínculo con los excesos de sus integrantes no ha dejado de acompañar al tricolor en su difícil andar como partido de oposición.

El segundo factor es el clima interno que ha generado el presidente del PRI, el ex gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, quien ha logrado dividir a los principales grupos internos de su partido en su imparable lucha por mantenerse al frente del tricolor, generando costos innecesarios a esa formación política.

El tercer elemento que estaría abonando a una eventual derrota del PRI en el Estado de México es la inexplicable actitud del gobernador Alfredo del Mazo, quien pareciera haberse alejado de su responsabilidad política de apoyar a quien habría de sucederlo, Alejandra del Moral. Mucho se ha especulado, y los resultados del domingo 4 de junio lo podrían confirmar, que el mandatario local habría establecido una especie de pacto, explícito o implícito, con el presidente Andrés Manuel López Obrador para no intervenir en el proceso electoral a cambio de la tranquilidad suya y de su familia pasados los comicios.

Estaríamos frente a una claudicación de Del Mazo, quien sacrificaría la continuidad de su partido, y prácticamente su supervivencia, a cambio de no ser sometido a cualquier tipo de presión una vez concluido su mandato.

El cuarto factor se centraría en la candidata Alejandra del Moral, si bien una figura fresca y que representa una nueva generación de políticos en la escena nacional, se trata de una administradora pública que no tuvo la contundencia suficiente para doblegar a Delfina Gómez, la aspirante de Morena, pese a las vulnerabilidades que presenta por su paso en Texcoco y la Secretaría de Educación Pública.

El 4 de junio sabremos si lo que los sondeos publicados en días recientes vaticinan: el fin del priismo en el Estado de México visto como el inicio del camino hacia una extinción política y el fin de una era que comenzó en 1929 con el impulso del entonces presidente Plutarco Elías Calles. Noventa y cuatro años después, sus propios dirigentes parecieran haberle dado la puntilla a este histórico partido.

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